En 1842 el área
de Sacco Pastore, hoy en el barrio de Montesacro
de la ciudad de Roma, vio la llegada por vía fluvial y
el transporte por carretera en la Via Nomentana de los dos obeliscos
de granito, actualmente erigido en el parque público de
Villa Torlonia, situado a pocos kilómetros adelante.
El príncipe Alessandro
Torlonia (1800-1886)
decidió conmemorar
sus padres, Giovanni
Raimondo y Anna Maria Schulteiss,
dedicando los dos obeliscos, que instalar en la villa de la familia
en la Via Nomentana, planeada por el famoso arquitecto Giuseppe
Valadier por su padre.
Siguiendo el gusto de la época y su inclinación
personal, Torlonia quiso imitar a los obeliscos egipcios, una
característica típica del paisaje urbano de Roma,
mandando grabar en ellos jeroglíficos imitados, y utilizando
el granito rosa de las canteras
de Baveno, en el lago Maggiore, hoy en la provincia de Verbania
y en ese momento perteneciente al reino de Cerdeña, porque
era más parecido de lo que otras piedras al granito utilizado
por los egipcios.
Desde
Baveno a Venecia
En la primavera
de 1839 los obeliscos inacabados fueron transportados desde la
cantera hasta la ciudad de Baveno, a orillas del lago Mayor, en
un camino de 3,7 km; debido a la falta de carreteras, se hicieron
deslizar en un piso de tablas y vigas de madera, hasta dos barcos de fondo plano. A partir de ahí
comenzó una navegación, inicialmente en
el lago hasta Sesto Calende, después en el río
Ticino y luego en el canal Naviglio Grande, hasta Milán,
después de 98,1 kilometros, donde los obeliscos fueron
terminados por el cantero Antonio Nicola Pirovano, en su estudio
en el canal Martesana.
En Milán, los obeliscos fueron de nuevo llevados a bordo,
navegaron en el canal Naviglio Pavese, de nuevo en el Ticino y
luego en el Po, pasando a través de Plasencia, Cremona,
Guastalla, Pontelagoscuro, Cavanella Po y luego, a través
de diversos canales, en los ríos Adige y Brenta, hasta
llegar en Brondolo di Chioggia y finalmente navegaron por la laguna
hasta alcanzar Venecia, después de una navegación
de más de 600
km desde la cantera de la que procedían.
El transporte marítimo fue encomendado al capitán
de la marina de guerra de los Estados Pontificios Alessandro
Cialdi, de Civitavecchia, que eligió en el puerto de
su ciudad el "Fortunato", un trabaccolo (un buque
costero de dos mástiles, también nombrado pielago)
que llegó a Venecia después de 42 días por
mar, el 15 de agosto de 1839, mientras que los barcos con los
obeliscos habían llegado al arsenal de Venecia desde sólo
cinco días.
El capitán Cialdi, que en aquella época tenía
poco más que treinta años, además de ser
un marinero habilidoso, también era un ingeniero naval,
capaz de adaptar el buque de modo de garantizarse una navegación
estable y segura, incluso llevando una carga tan especial. Por
eso Cialdi hizo ajustar la bodega del buque, bajo la dirección
de Francesco di Giovanni, un constructor de buques de Civitavecchia,
sacando la cubierta, de modo que se pudieran colocar los obeliscos.
El 29 de agosto, en el arsenal de Venecia comenzaron las operaciones
de transferencia de los barcos al buque, que se prolongaron
cerca de tres horas, con cinco cabrestantes, doscientos cincuenta
obreros y una densa muchedumbre de curiosos asistiendo.
Desde
Venecia a Villa Torlonia
El 5 de septiembre,
el Fortunato levó sus anclas de Venecia, navegó
a lo largo de la costa dálmata, se vio obligado a refugiarse
de una tormenta en el puerto de Durrës, hoy en Albania, entonces
bordeó Apulia y Calabria, cruzó el estrecho de Messina
y el dos de octubre llegó a Fiumicino, y de allí
fue tirado por búfalos de agua hasta el puerto fluvial
de San Paolo en Roma, donde fue admirada por muchos espectadores,
entre ellos el Papa Gregorio XVI,
que quiso subir a bordo.
Entonces, surgió el problema de cómo llevar a los
obeliscos a la villa: se descartó la idea de un viaje por
tierra, por el alto riesgo de accidentes, las molestias a la ciudad
de Roma durante el tránsito, y por el riesgo de no lograr
pasar a través de puentes o arcos encontrados en el camino,
por no hablar de la lentitud de la transferencia, mientras que
el príncipe Torlonia instaba una entrega rápida.
El príncipe Torlonia entonces aceptó la propuesta
de Cialdi de otro transporte fluviales más, a lo largo
del río Tíber hasta la confluencia con el Aniene
y luego en lo segundo hasta un meandro
llamado Sacco Pastore, el lugar
de atraque más cercano a Villa Torlonia, y en todo caso,
aguas abajo del puente Nomentano.
El buque fue tirado por búfalos en las zonas rurales, y
por hombres dentro de la ciudad, donde el paso fue acompañado
por una gran curiosidad popular, facilitada por el hecho de que
los muros de contención a lo largo del río aún
no se habían construido, y muchos romanos pudieron ver
el paso del Fortunato simplemente asomandose por la ventana de
su casa.
El problema delicado de la descarga fue resuelto escogiendo varar el buque por medio de una grada
para entonces transportarlo por tierra con los obeliscos a bordo.
El varamiento del navío aconteció
el 26 de diciembre de 1839, por medio de cinco cabrestantes, en
presencia del príncipe Torlonia, que había dispuesto
montar pabellones para si mismo y sus ilustres invitados, y varios
espectadores, que habían atraído a vendedores ambulantes
en casetas erigidas para la ocasión.
Ciento treinta hombres
quitaron el Fortunato fuera del agua en 25 minutos, entre
salvos de cañon y bandas de música. El buque, con
su andamiaje para el transporte terrestre, inició su viaje
hacia Villa Torlonia, pasando sobre la cantera
de Sacco Pastore, donde se encontraron noventa años
más tarde dos cráneos de hombres de Neanderthal
(véase mi página).
El paso sobre la cantera era considerado peligroso por el riesgo
de derrumbe bajo el peso del barco con su carga, pero los técnicos
contratados por Torlonia habían planeado correctamente
el rumbo, pasando sobre los pilares de la cantera, evitando gravar
las bóvedas.
Después de ocho días de viaje, los tres primeros
de los cuales pasados para salir de la zona de Sacco Pastore,
el barco entró en Villa Torlonia el 9 de enero de 1840,
después de un viaje de 2.880 kilometros, de los cuales
sólo los últimos cuatro por tierra. La llegada fue
celebrada una vez más por salvas de cañón
y bandas de música y por una muchedumbre en la presencia
de ilustres invitados, entre ellos María
Cristina de Borbón-Dos Sicilias viuda del rey Carlos
Félix de Cerdeña.
El capitán Cialdi fue muy apreciado por cómo había
hecho su trabajo y en septiembre del mismo año se le confió
el transporte, a lo largo del Nilo, de columnas de alabastro donados
al Papa por el virrey de Egipto, que llegó
a Roma con el mistico (un buque con tipos diferentes de velas)
"La Fedeltà" el 16 de agosto de 1841.
Las columnas estaban destinados a la reconstrucción de
la Basílica de San Pablo Extramuros, destruida en 1823
por un incendio.
Los
jeroglíficos
Una vez alcanzado
el destino final, comenzó el grabado de los jeroglíficos,
a partir de textos escritos por el barnabita Padre Luigi
Maria Ungarelli de Bolonia (1779-1845), un egiptólogo
experto en jeroglíficos, que había colaborado con
Jean François Champollion.
Los grabadores pudieron referirse a los moldes de los jeroglíficos
de los obeliscos egipcios originales de San
Giovanni y de Piazza del Popolo,
con el fin de imitar su estilo. El trabajo se llevó a cabo
en el buque "Fortunato", cuyos costados habían
sido desarmado. Una vez que un lado había sido grabado,
cada obelisco se rotaba hacia el exterior, para exponer una nueva
cara que grabar, hasta que, después de la última
rotación, se encontraba fuera del barco.
El texto grabado en el
obelisco dedicado a Giovanni
Raimondo Torlonia (el del lado de la entrada de Via Nomentana)
traducido al español se lee: "Alessandro Torlonia
duque de Ceri hizo cortar de la cantera en Baveno en el Simplon
dos nobles obeliscos / Este obelisco fue dedicado por Alessandro,
príncipe de Civitella Cesi a su padre Giovanni, antiguo
duque de Bracciano, a fin de perpetuar su nombre en la patria.
/ en el año 1842, el 28, mes de Mesori, cuando el obelisco
labrado en granito rosa se levantó frente a la puerta que
mira al norte".
El obelisco dedicado a Anna
Maria Torlonia lleva este texto: "El hijo del duque
de Bracciano adornó el edificio de su padre (la Villa),
construyó casas suntuosas, brillantes como el sol, por
la perpetuidad de los días / Con singular munificencia
el duque Alessandro Torlonia hizo navegar dos obeliscos desde
el Ticino hasta Roma. / Sea este monolito nombrado como el obelisco
de la finada duquesa Anna Maria Torlonia, que como declaración
de reverencia hizo su hijo grabar. / El año 1842 día
23 del mes Thòot, el obelisco fue erigido frente a la puerta
que mira al sur: sea esto para innumerables días".
Las fechas de erección, 23 de abril y 28 de mayo, no se
corresponden con los reales, ya que habían sido estimadas
sin poder predecir posibles contratiempos, que en vez ocurrieron
y retrasaron el emplazamiento de los obeliscos.
Para permitir la comprensión de los textos, Alessandro
Torlonia hizo grabar la traducción latina de ellos en las
bases de travertino de los obeliscos;
la traducción fue hecha por monseñor Gabriele
Laureani (1788-1850), guardián general de la
Academia de la Arcadia, y primer guardián de la Biblioteca
Vaticana.
El
levantamiento de los obeliscos
A principios de
abril 1842 se completó el grabado de los jeroglíficos,
y se comenzó a proyectar el levantamiento de los obeliscos
en sus pedestales. Se examinaron y descartaron varios proyectos,
entre ellos ese presentado por Paolo Emilio Provinciali, mayor
del del cuerpo de ingenieros, inspirado en el método utilizado
para el Obelisco de Luxor, extendido
en el suelo en Egipto y erigido en la Place
de la Concorde, en París. Finalmente se eligió
el proyecto del joven caballero Nicola
Carnevali, arquitecto del Teatro Metastasio en Campo Marzio.
El primer obelisco, el dedicado a Giovanni Raimondo, fue levantado
en la tarde del 4 de junio, por ciento noventa hombres, entre
los cuales dieciséis artilleros manejando ocho cabrestantes,
al redoble de tambores y en presencia de siete mil espectadores.
Los paseos Strada Pia, ahora Via XX Settembre, y via
Nomentana, para la ocasión estaban bloqueados por una
multitud de peatones y curruajes, entre ellos el de Papa Gregorio
XVI, que no quiso perderse el evento, junto con el rey de Baviera
Luis I y tres cardenales, incluyendo
el poderoso secretario de Estado Luigi
Lambruschini.
En más o menos media hora el obelisco fue traído
verticalmente sobre el pedestal, donde tenía que ser enejado,
pero un aguacero obligó a suspender la operación,
para buscar abrigo. En esta ocasión, el Papa tuvo el tiempo
para visitar el Casino Nobile, el palacio Torlonia dentro de la
Villa. No se logró reanudar la elevación que después
de la puesta del sol, a la luz de las antorchas, y después
de cambiar las cuerdas, que estaban empapadas en agua y luego
eran inutilizables. Por fin se terminó el trabajo entre
fuegos artificiales, lanzamiento de petardos y de globos aerostático
y música de diferentes bandas. El obelisco dedicado a Anna
Maria Torlonia se elevó en su pedestal
en 26 de julio 1842.
Los
obeliscos
Los dos obeliscos
están situados delante de las dos fachadas del Casino Nobile:
el dedicado a Giovanni Raimondo Torlonia
se encuentra delante de la fachada principal, frente a la entrada
de Via Nomentana, mientras que ese dedicado
a Anna Maria Torlonia Torlonia es ubicado frente a la fachada
posterior.
Los obeliscos miden 10,277 metros de altura, de los cuales el
fuste mide 9,980 m y el vértice en forma de pirámide
(pyramidion) 0,297 m; las cuatro caras miden 1,117m a la
base y 0,670 m en el lado superior. El volumen es 8,51 metros
cúbicos y la masa es 22,187 toneladas.
Alessandro
Torlonia
El patrón
de los obeliscos, el príncipe Alessandro Torlonia, disfrutó
de una inmensa riqueza, debida entre otras cosas al Monopolio
de la sal, que le fue otorgado bajo contrato, con exclusividad
de comercio y recaudación del impuesto, que le había
dado enormes ganancias. El diputado de la República Romana
Candido Augusto Vecchi,
partidario de la abolición del monopolio, escribió
de Alessandro Torlonia: "Un hombre nacido de baja simiente,
comprador a fuerza de oro de nobleza, de títulos, de insignias
caballerescas, que colocó su escudo de armas por todas
partes, en los palacios, en las villas, en los pajares, en las
fuentes, en los interiores y exteriores de sus casas, en los tapices
y en todas partes, para que sus amigos, su pueblo y el pueblo
creyeran que sus antepasados habían blandían lanzas
y espadas para el santo vencido en lugar de la azada y el arado
" [desde: VECCHI Candido Augusto. Le vicende della Repubblica
romana narrate dal rappresentante del popolo Candido Augusto Vecchi.
Quattrini, Firenze 1911] (Natalini).
BIBLIOGRAFÍA:
DIONIGI
ORFEI Enrica (1840) Anna Maria Duchessa Torlonia. Lalbum,
Giornale letterario e di Belle Arti, VII, 41, 12 dicembre
1840, 321-323.
GASPARONI Francesco (1842) Sugli obelischi Torlonia nella Villa
Nomentana. Tipografia Salviucci, Roma.
MAZIO Paolo (1842) Il Quattro di Giugno. Lalbum,
Giornale letterario e di Belle Arti, IX, 18, 2 luglio 1842,
137-143.
NATALINI Guglielmo (2000) Storia della Repubblica romana del Quarantanove.
U. Magnanti, Nettuno.
RAVIOLI Camillo (1842) Quarto ed ultimo rapporto della spedizione
romana in Egitto. Lalbum, Giornale letterario e di
Belle Arti, IX, 2, 12 marzo 1842, 9-16.