A principios de 2016,
unos diplomáticos estadounidenses estacionados en Cuba
comenzaron a relatar de una misteriosa enfermedad. Creían
haber sido atacados por algo que describieron como un arma sónica.
No se pudo identificar a ningún culpable, no se encontraron
armas de ese tipo, no se pudo establecer un móvil claro,
excepto, por supuesto, por el hecho de que los Estados Unidos
y Cuba no están exactamente en los mejores términos,
y los Estados Unidos estaban endureciendo sus sanciones contra
el mismo país en el que sa halla la embajada. Pero cuando
estos informes llegaron a los oídos de los científicos,
se levantaron las cejas, porque no tenía sentido. Ahora
vamos a ver las supuestas armas sónicas utilizadas contra
los diplomáticos estadounidenses en Cuba.
Fuentes del Departamento de Estado de EE. UU. dieron varios informes
a las agencias de noticias para describir los ataques. Cualquiera
que sea el dispositivo que se usó, no emitió ningún
sonido audible; sin embargo, el oído de un diplomático
se dañó hasta el punto de que ahora necesita un
audífono. A partir de este informe, se dijo que unos 24
estadounidenses, más las familias de cinco diplomáticos
canadienses, se vieron afectados. Una declaración
del Departamento de Estado de EE. UU. de septiembre de 2017
describió los síntomas y dejó en claro que
esto se estaba tratando como un ataque:
En los últimos meses, 21 empleados de la Embajada de
los EE. UU. sufrieron diversas lesiones debido a ataques de naturaleza
desconocida. Las personas afectadas exhibieron una variedad de
síntomas físicos, incluyendo afecciones de los oídos,
pérdida de oído, mareos, dolor de cabeza, fatiga,
problemas cognitivos y dificultad para dormir. Los investigadores
no pudieron determinar quién es responsable o qué
está causando estos ataques.
En octubre de 2017, los Estados Unidos expulsaron a quince diplomáticos
cubanos en represalia por los presuntos ataques. Y dentro de la
embajada de los Estados Unidos, el personal se redujo a una tripulación
mínima frente a las enfermedades en curso.
Y mientras que los periódicos proclamaban de todo corazón
los ataques con armas sónicas, los científicos y
aquellos que tenían conocimiento de tales armas pedían
cautela, porque es casi seguro que no haya nada de lo que se sostiene.
Lo primero que mucha gente dice cuando escucha esto es que las
armas sónicas son en realidad muy reales. Esto es verdad,
pero usar este hecho para justificar los informes de Cuba sería
como observar que las tortugas son reales para justificar la existencia
de los dragones. Las armas sónicas reales no tienen nada
en común con los informes de Cuba, y no tiene correspondencia
aceptable con ellos. Vamos echar un vistazo a las armas sónicas
reales para comprender mejor cuán lejos están los
informes de Cuba.
El tipo más común de arma sónica es el LRAD,
abreviación de Long Range Acoustic Device (dispositivo
acústico de largo alcance). Un LRAD se parece a un grande
panel plano que se puede apuntar, y produce un sonido muy fuerte
a la frecuencia más molesta, alrededor de 2,5 KHz. El sonido
se proyecta por una larga distancia en un rayo de unos 30°,
no tan apretado, pero muy apretado para un dispositivo acústico.
Pueden producir sonido a hasta 160 dB y se pueden escuchar a más
de tres kilómetros de distancia. Pero el sonido se dispersa
en una gama más larga, y cuando se usa como arma, son efectivos
para causar un sonido intolerablemente alto a lo largo de uno
o tres campos de fútbol. Los LRAD son lo que usan contra
los barcos piratas y las multitudes de manifestantes revoltosos.
También se usan para señalización y comunicaciones
de larga distancia, como anuncios a multitudes distantes. Por
encima de todo, un LRAD funciona porque es ruidoso. Se dice que
las armas cubanas sean silenciosas, por lo que se necesita muy
poco análisis para ver que el arma acústica más
común no es lo que se empleó en este caso.
En realidad, solo hay otros dos tipos de armas sónicas,
y "arma" es realmente una palabra demasiado fuerte para
cualquiera de ellos. Las granadas de aturdimiento M84, también
llamadas flashbangs, desorientan temporalmente a las víctimas
con un destello de más de 1.000.000 de candelas y un estallido
de más de 170 dB sin causar ningún daño permanente.
Claramente esto tampoco es lo que sucedió en Cuba. Finalmente,
hay un artilugio que se dice que pueda desalentar a los adolescentes
de holgazanear, emitiendo un pitido agudo que, supuestamente,
solo los oídos más jóvenes y sanos pueden
oír. Está planeado para molestar, no para dañar,
por medio del sonido desagradable. Esto también es totalmente
incongruente con los informes de Cuba.
La única otra cosa que vale la pena mencionar es la vieja
leyenda urbana sobre la llamada "nota marrón":
un retumbo de baja frecuencia justo más allá del
extremo inferior del oído humano, que se dice que licue
el contenido de los intestinos y cause una inmediata incontrolable
diarrea. Nunca se ha demostrado esto y es altamente inverosímil
desde una perspectiva física. ¿Por qué solo
se verían afectados los intestinos? En cualquier caso,
la diarrea prodigiosa e incontrolable no es uno de los síntomas
reportados desde Cuba, por lo que podemos estar bastante seguros
de que no estuvo involucrado un gigantesco generador de "nota
marrón".
Entonces, ¿qué podría haber sido el arma?
Los bloggers al azar y los comentaristas de Internet parecen creer
que tienen las respuestas. El arma desplegada en Cuba era probablemente
un dispositivo de tipo LRAD que utilizaba una frecuencia inaudible
o incluso microondas u otra radiación electromagnética:
especulaciones totalmente no documentadas, sobre frecuencias que
se sabe que no tienen ningún efecto sobre los seres humanos
a niveles plausibles de energía. Suena científico
en un blog o en Facebook, pero no es la forma en que funciona
la física real.
Cuando miramos detenidamente estos informes para tratar de determinar
los hechos crudos, notamos rápidamente que no son congruentes
entre sí. Diferentes personas relataron diferentes síntomas.
La mayoría de las personas no relataron haber oído
ningún sonido en particular. Los que lo hicieron, dijeron
que oyeron sonidos muy diferentes, y en diferentes momentos y
lugares. Ninguno de los sonidos tenía ninguna similitud
con las armas sónicas. Solo una persona reportó
pérdida auditiva permanente; y como nadie más lo
hizo, podemos suponer con seguridad que probablemente se debió
a causas naturales para esa persona. Uno refirió una conmoción
cerebral sin causa aparente, pero nadie más lo hizo tampoco.
Entonces, si estamos buscando alguna causa externa para estos
síntomas, nos enteramos que probablemente no hubo una sola
causa. Fueron varias causas diferentes, lo que sugiere que estas
personas padecieron varios problemas no relacionados.
El envenenamiento se sugirió como causa potencial. El mercurio,
el plomo y una serie de solventes industriales pueden causar daño
a los nervios y provocar la pérdida de audición.
Sin embargo, es una teoría mediocre, porque tendrían
que haber padecido una exposición significativa durante
mucho tiempo, y habría sido fácil detectarla en
su sistema. Tal envenenamiento fue analizado y no fue encontrado.
Claro que podemos especular que se usó un veneno nuevo
y desconocido que no sabemos cómo analizar, pero eso es
una pura especulación sin evidencia.
Algunos han sugerido que las víctimas puedan simplemente
haber compartido una infección del oído. Un candidato
es la laberintitis, una inflamación del oído interno
que confunde el equilibrio y causa náuseas, mareos, vértigo
y un cierto grado de pérdida auditiva. Estos son muchos,
pero no todos, los síntomas reportados. Es muy posible
que algunos de los diplomáticos afectados tuvieran una
infección en el oído y se la pasaran unos a otros.
Señalaron los críticos de esta teoría que
solo los estadounidenses relataron haber sido afectados; aunque
trabajen de cerca con los cubanos cada días. Sin embargo,
vale la pena señalar que los cubanos no suelen tener la
costumbre de relatar sus resfriados al Departamento de Estado
de los EE. UU.
Mientras los periódicos gritaban al ataque no provocado
de Cuba contra los diplomáticos, y el Departamento de Estado
de EE. UU. presionaba para que se detuvieran, los cubanos decidieron
averiguar qué estaba pasando allí. Una vez que se
enteraron de las quejas de los estadounidenses, formaron un grupo
de trabajo de 2.000 personas bajo el veterano coronel Ramiro Ramírez
en representación de todas las disciplinas de seguridad
y ciencia. En primer lugar, dirigieron la atención a posibles
causas conocidas como plausibles en función de su experiencia
en la región. Analizaron por la permetrina, el principal
agente fumigante utilizado allí contra los mosquitos. En
casos de alta exposición accidental, la permetrina ha demostrado
causar dolores de cabeza y náuseas. No se encontró
exceso de permetrina.
Luego, los cubanos dirigieron su atención hacia los vecinos
y a los empleados domésticos de los diplomáticos
estadounidenses, quienes habrían sido expuestos a lo mismo
que a los estadounidenses, fuera lo que fuere. No se encontró
nada, nadie padeció algún efecto negativo causado
por el sonido. Los científicos cubanos utilizaron todos
los dispositivos de su arsenal para buscar las misteriosas armas
sónicas, pero salieron con las manos vacías.
Finalmente, los científicos cubanos se pusieron de acuerdo
sobre la explicación de que los científicos estadounidenses
y otros científicos ya habían empezado a plantear,
y es algo que les resultará familiar a los oyentes regulares
de Skeptoid. Es, de hecho, una explicación perfecta que
no requiere misteriosas armas acústicas extraídas
de la ciencia ficción, y marca eficientemente cada casilla.
Es un evento psicogénico masivo.
Antes que ustedes se carcajeen y lo rechazen, repasemos lo que
hemos aprendido sobre el estrés agudo en episodios previos.
El estrés agudo crónico puede producir síntomas
físicos definidos, y son, en toda la línea, exactamente
los síntomas relatados por los diplomáticos. Insomnio,
ansiedad, náuseas, dolores de cabeza, fatiga, deterioro
cognitivo, etcétera. Los síntomas relatados comenzaron
inmediatamente después de que Donald Trump había
sido elegido presidente y se comprometió a tomar medidas
enérgicas contra las relaciones entre Estados Unidos y
Cuba. Esto puso una mayor tensión en los diplomáticos
estadounidenses.
No sabemos exactamente cómo comenzó la teoría
del "arma sónica", pero de alguna manera lo hizo.
Cuando esta historia se extendió entre los diplomáticos
y sus familias, aumentó aún más su estrés
diario. Y cada vez que alguien escuchaba un sonido extraño,
como los que relatan algunas de las víctimas, lo atribuían
al arma sónica. Su estrés aumentó, por lo
tanto, los síntomas aumentaron, y la teoría del
arma sónica aparentemente fue validada cada vez que alguien
se sentía peor. Es una situación que se alimenta
sola y se amplifica con cada iteración.
Un análogo cercano a esto es la hipersensibilidad
electromagnética que estudiamos en el episodio 72.
Las personas piensan que son alérgicas al WiFi. Cuando
creen que existe una red WiFi, se vuelven ansiosos y estresados,
y atribuyen los síntomas resultantes al WiFi. Cuanto más
creen que está pasando, tanto peores son sus síntomas
físicos reales, y más fuerte se vuelve su creencia
en la aflicción malinterpretada. Así como esto le
puede pasar a un individuo, también puede sucederle a un
grupo que pasa mucho tiempo juntos y comparte los mismos entornos
y factores de estrés.
Esto también explica por qué sucedió solo
a los estadounidenses (más algunos canadienses) y no a
los cubanos locales en las mismas casas y edificios. Es de esperar
que un evento psicogénico masivo no afecte a los vecinos
y empleados cubanos. Como cubanos, no tienen ninguna razón
para pensar que serán atacados, y les falta el estrés
de ser del país enemigo.
Es una explicación sólida con numerosos precedentes
de la historia reciente. Encaja muy bien con la Navaja de Occam,
ya que es una explicación común que no requiere
que hagamos ningún cambio en nuestra comprensión
de la física o la biología. Por supuesto, no sabemos
que esto es, de hecho, lo que sucedió, pero a menos que
surja alguna evidencia que demuestre una causa física,
es la explicación mejor respaldada. Y eso, amigos míos,
es cómo se hace ciencia.