(...) saepe ante deum vitulus delubra decora turicremas propter mactatus concidit aras sanguinis expirans calidum de pectore flumen; at mater viridis saltus orbata peragrans 355 novit humi pedibus vestigia pressa bisulcis, omnia convisens oculis loca, si queat usquam conspicere amissum fetum, completque querellis frondiferum nemus adsistens et crebra revisit ad stabulum desiderio perfixa iuvenci, 360 nec tenerae salices atque herbae rore vigentes fluminaque ulla queunt summis labentia ripis oblectare animum subitamque avertere curam, nec vitulorum aliae species per pabula laeta derivare queunt animum curaque levare; 365 usque adeo quiddam proprium notumque requirit. |
(...) a menudo delante de los templos relucientes,
un becerro se desploma al suelo sacrificado delante de los altares fumantes de incienso, salpicando del pecho un río de sangre caliente; Y la madre, privada de él, vagando por verdes pastos boscosos 355 reconoce en tierra las pisadas grabadas por las pezuñas hendidas, observando cada lugar, para ver si en alguna parte consigue avistar a su hijo perdido, y llena el bosque frondoso de quejidos, se para y vuelve muchas veces al establo, traspasada por el deseo de su becerro, 360 y ni los tiernos sauces, ni las hierbas vigorosas por el rocio y los ríos que corren abajo entre altas riberas pueden calmar su corazon y distraerla de la repentina aflicción, ni la vista de otros becerros en los florecientes pastos puede distraer su ánimo o relevar su dolor; 365 ya que ella está buscando alguien que es suyo y conocido. |