Somos una confesión
religiosa muy enraizada en todos los continentes, siguiendo las
enseñanzas de nuestro fundador Pron Huffart. Creemos que
la divinidad manifeste sí misma a través de los
pedos, evolución de la antigua creencia según la
cual la voz de Dios en tierra era el trueno.
Nosotros atribuimos distintos significados a las varias clases
de pedos, pero la adivinación no puede ser hecha por cada
creyente, sino debe ser confiada a los Sacerdotes, los únicos
iniciados que tienen el poder de descifrar los mensajes incluidos
en el volumen, la tonalidad, la duración y, sobretodo en
el olor de la emisión mística.
Nuestra iglesia fomenta el consumo de alimentos carminativos,
como las legumbres, las cebollas, los puerros y las castañas,
especialmente en las reuniones colectivas que realizamos periódicamente
en los palacios de deportes de las ciudades del mundo entero,
durante los cuales, después de bien sellar todas las puertas,
las ventanas y cualquier conducto de aireación, nos embelesamos
con nuestro estar juntos, en comunión, paz y alegría:
muchos de nosotros se quedan tan cogidos por el clima místico
que nada menos se desmayan, otros tienen visiones y empiezan hablar
extraños idiomas iniciáticos.
Naturalmente debemos también soportar las persecuciones
de los intolerantes, y por esto muchos de nosotros son constreños
manifestar su propia fe de una manera individual, en lugares aislados,
o incluso negarla, cuando se manifesta en público: esto
es muy triste y esperamos que venga pronto el momento en cuál
se podrá decir cabeza levantada: "¡sí,
me peí!"
Nuestra iglesia promueve la cultura pedológica por medio
de la venta de los libros de nuestro fundador Pron Huffart, que
explican como llevar a cabo, en varias etapas, el camino de liberación
que va desde la represión de su propia fe y de sus manifestaciones,
hasta la libre expresión de ella, más bien con la
búsqueda de contactos más frecuentes y más
duraderos con el Dios, a través, como hemos visto, una
alimentación correcta; por otra parte es bien sabido que
todas las grandes religiones preven preceptos alimentarios: en
nuestra religión el carbón vegetal se considera
impuro y debe ser vedado desde la mesa de los fieles.
Para los adeptos existen varias etapas de conocimiento, cuyo logro
es comprobado por nuestros ancianos, y que son escandidos por
la compra de los textos sagrados de Huffart, de contenido más
y más elevado, y de legumbres con una cáscara más
y más gruesa.
Creemos que en cada uno de nosotros se anide una energía
vital que debe ser liberada, más bien que reprimida, y
creemos que cuando todos los habitantes de la tierra lo harán,
en cada esquina del planeta resonará la voz de Dios.