Sed neque Medorum siluae, ditissima terra, 136 nec pulcher Ganges atque auro turbidus Hermus laudibus Italiae certent, (...) ... grauidae fruges et Bacchi Massicus umor impleuere; tenent oleae armentaque laeta. hinc bellator equus campo sese arduus infert, 145 hinc albi, Clitumne, greges et maxima taurus uictima, saepe tuo perfusi flumine sacro, Romanos ad templa deum duxere triumphos. hic uer adsiduum atque alienis mensibus aestas: bis grauidae pecudes, bis pomis utilis arbos. 150 |
Pero ni los bosques de los Medos, tierras
riquísimas, 136 ni el Gange hermoso y el Hermo enturbiado de oro pueden competir con la Italia en cuanto a virtudes (...) ... es llena de abundantes frutos y el humor de Baco del monte Massico; cubierta de los ricos olivares y ricas manadas. aquí el caballo fogoso avanza en el campo con la cabeza alta 145 de aquí, o Clitumno, los blancos rebaños y el toro, el más grande de los sacrificados, a menudo hundidos en tu sagrada corriente, conduciendo los triunfos romanos a los templos de los dioses. aquí es siempre primavera y el verano aparece en meses inusuales: las ovejas paren dos veces por año, los árboles dan frutos dos veces. 150 |
Seu quis Olympiacae
miratus praemia palmae pascit equos, seu quis fortis ad aratra iuuencos, 50 corpora praecipue matrum legat. optima toruae forma bouis cui turpe caput, cui plurima ceruix, et crurum tenus a mento palearia pendent; tum longo nullus lateri modus: omnia magna, pes etiam, et camuris hirtae sub cornibus aures. 55 nec mihi displiceat maculis insignis et albo, aut iuga detrectans interdumque aspera cornu et faciem tauro propior, quaeque ardua tota et gradiens ima uerrit uestigia cauda. aetas Lucinam iustosque pati hymenaeos 60 desinit ante decem, post quattuor incipit annos; cetera nec feturae habilis nec fortis aratris. interea, superat gregibus dum laeta iuuentas, solue mares; mitte in Venerem pecuaria primus, atque aliam ex alia generando suffice prolem. 65 optima quaeque dies miseris mortalibus aeui prima fugit; subeunt morbi tristisque senectus et labor, et durae rapit inclementia mortis. semper erunt quarum mutari corpora malis: semper enim refice ac, ne post amissa requiras, 70 ante ueni et subolem armento sortire quotannis. (...) Rursus cura patrum cadere et succedere matrum incipit. exactis grauidae cum mensibus errant, non illas grauibus quisquam iuga ducere plaustris, 140 non saltu superare uiam sit passus et acri carpere prata fuga fluuiosque innare rapacis. saltibus in uacuis pascunt et plena secundum flumina, muscus ubi et uiridissima gramine ripa, speluncaeque tegant et saxea procubet umbra. 145 est lucos Silari circa ilicibusque uirentem plurimus Alburnum uolitans, cui nomen asilo Romanum est, oestrum Grai uertere uocantes, asper, acerba sonans, quo tota exterrita siluis diffugiunt armenta; furit mugitibus aether 150 concussus siluaeque et sicci ripa Tanagri. hoc quondam monstro horribilis exercuit iras Inachiae Iuno pestem meditata iuuencae. hunc quoque (nam mediis feruoribus acrior instat) arcebis grauido pecori, armentaque pasces 155 sole recens orto aut noctem ducentibus astris. Post partum cura in uitulos traducitur omnis; continuoque notas et nomina gentis inurunt, et quos aut pecori malint summittere habendo aut aris seruare sacros aut scindere terram 160 et campum horrentem fractis inuertere glaebis. cetera pascuntur uiridis armenta per herbas: tu quos ad studium atque usum formabis agrestem iam uitulos hortare uiamque insiste domandi, dum faciles animi iuuenum, dum mobilis aetas. 165 ac primum laxos tenui de uimine circlos ceruici subnecte; dehinc, ubi libera colla seruitio adsuerint, ipsis e torquibus aptos iunge pares, et coge gradum conferre iuuencos; atque illis iam saepe rotae ducantur inanes 170 per terram, et summo uestigia puluere signent. post ualido nitens sub pondere faginus axis instrepat, et iunctos temo trahat aereus orbis. interea pubi indomitae non gramina tantum nec uescas salicum frondes uluamque palustrem, 175 sed frumenta manu carpes sata; nec tibi fetae more patrum niuea implebunt mulctraria uaccae, sed tota in dulcis consument ubera natos. (...) Sed non ulla magis uiris industria firmat quam Venerem et caeci stimulos auertere amoris, 210 siue boum siue est cui gratior usus equorum. atque ideo tauros procul atque in sola relegant pascua post montem oppositum et trans flumina lata, aut intus clausos satura ad praesepia seruant. carpit enim uiris paulatim uritque uidendo 215 femina, nec nemorum patitur meminisse nec herbae dulcibus illa quidem inlecebris, et saepe superbos cornibus inter se subigit decernere amantis. pascitur in magna Sila formosa iuuenca: illi alternantes multa ui proelia miscent 220 uulneribus crebris; lauit ater corpora sanguis, uersaque in obnixos urgentur cornua uasto cum gemitu; reboant siluaeque et longus Olympus. nec mos bellantis una stabulare, sed alter uictus abit longeque ignotis exsulat oris, 225 multa gemens ignominiam plagasque superbi uictoris, tum quos amisit inultus amores, et stabula aspectans regnis excessit auitis. ergo omni cura uiris exercet et inter dura iacet pernox instrato saxa cubili 230 frondibus hirsutis et carice pastus acuta, et temptat sese atque irasci in cornua discit arboris obnixus trunco, uentosque lacessit ictibus, et sparsa ad pugnam proludit harena. post ubi collectum robur uiresque refectae, 235 signa mouet praecepsque oblitum fertur in hostem. |
Tanto el que cría caballos aspirando
a la victoria de la palma olímpica, como el que cría
ganado fuerte en la aradura,
50 eliga antes de todo la conformación de las madres: las mejores tienen una cabeza fea, un cuello muy grueso, y una papada que penda de la barbilla a las rodillas; tenga también flancos de longitud sin límites: sea toda grande, incluso sus pies, con orejas peludas debajo de cuernos curvados. 55 Ni me desagrada si es blanca con grandes manchas, o si a veces se levanta contra el yugo con sus cuernos agudos y parece más que otro un toro, y avanza toda erguida barrendose el extremo de los pies con su cola. La edad para dedicarse a Lucina y a justas boda 60 termina antes del décimo año, y comienza más allá del cuarto; fuera de estas edades no es idónea para parir, ni fuerte para el arado. Entretanto, hasta que la alegre juventud se queda con la manada, déja los machos libres, y envía el primero las manadas a Venus, y renova a la progenie, generando cada animal de un otro. 65 Cualquiera que sea el mejor día de la vida de los miserables mortales el primero se huye; y llegan las enfermedades y la triste vejez y la angustia; y la áspera muerte viene secuestrar con inclemencia. Habrá siempre ejemplares que querrás reemplazar: y siempre criarás otros, para no quedarte desprovisto por haberlos desechados, 70 muévete por adelantado y escoge los reemplazos de la manada cada año (...) Luego los cuidados para los padres terminan y comienzan ésos para las madres. Mientras que vagan grávidas, con el transcurso de los meses de gravidez, nadie deje que tiren el yugo de carros pesados, 140 ni cruzen saltando un pasaje o huyan surcando los prados y se sumergan para nadar en ríos impetuosos. Se envien tascar en pastos libres, cerca de ríos hinchados, donde hay musgo y riberas verdísimas de hierba, donde las cuevas las abrigan y las rocas proyectan su sombra 145 Cerca de los bosques del Sele y del Alburno lujuriante de quejigos aletea en densos enjambres el tábano, que los Romanos llaman asilo y los Griegos traducen como estro, furioso, de sonido áspero, de el cual las manadas huyen, dispersandose todas asustadas en los bosques; el aire es sacudido por furibundos mugidos 150 como también los bosques y la ribera del Tanagro en seca. Con este monstruo horrible Juno expresó su cólera contra la novilla Ío, hija de Ínaco, decretando su perdición. Esto también (más insistente en el calor del mediodía) mantendrás lejos de las vacas grávidas, y apacentarás las manadas 155 con el sol recién salido o o cuando las estrellas llevan la noche. Después del parto, todos los cuidados se transfieren a los becerros; y enseguida se labran a fuego con la marca y el nombre de la raza, eligiendo los que se criarán como reproductores o los que se sacrificarán en los altares o se destinarán al arado 160 para revolver los campos erizados de terrones quebrados. El resto del ganado se hace pastorear en hierba verde: y ésos que entrenarás al trabajo y al empleo agrícolo exhórtalos ya cuando son becerros y comienza dedicarte a la domitura, hasta que tienen el ánimo manso y dúctil de los jóvenes. 165 Primero encabéstralos por el cuello con lazos sueltos hechos con mimbre fino; entonces, cuando el cuello libre será acostumbrado al cautiverio, con los mismos lazos átalos en parejas, y oblígalos avanzar juntos; y ya puedes hacerles a menudo tirar en el campo carros sin carga, 170 y dejen una huella en la superficie del suelo. Luego, procediendo bajo un grande peso, el eje de haya rechine y el timón de bronce tire las ruedas unidas en círculo. Mientras tanto no alimentarás a los becerros no amansados sólo con hierba, frondas de sauce y hierba de pantano, 175 sino cosecha a mano el trigo que sembraste; y las vacas que apenas pariron no llenarán tu balde de líquido níveo como en el tiempo de nuestros padres, sino vaciarán todas sus ubres para sus queridas crías (...) Pero ningún cuidado fortalece más que distraerlos de Venus y de los estímulos del ciego amor, 210 tanto por los que crían ganado, como por los que prefieran caballos. Y por lo tanto los toros se confinan lejos en pastos solitarios con una montaña interpuesta y más allá de anchos ríos, o se encierran adentro de establos, delante de pesebres llenos. En efecto la hembra consume las fuerzas poco a poco y encende 215 sólo al verla y no permite recordar los bosques y los prados y justamente con sus dulces atracciones, a menudo empuja a sus orgullosos amantes a luchar uno contra el otro con sus cuernos. En la grande Sila pasta una novilla hermosa: ellos alternandose luchan con gran ímpetu 220 con frecuentes golpes; la sangre oscura asperja los cuerpos, y los cuernos dirigidos contra los rivales son empujados con ruido enorme; resonan las selvas y el inmenso Olimpo. Y no es costumbre de tener a los rivales en el mismo establo, sino el vencido se aleje y sea exilado en lugares distantes, 225 lamentando mucho el deshonor y las heridas causadas del orgulloso ganador, y entonces llorando a los amores perdidos sin venganza, cuando al mirar el establo abandonó las posesiones de los padres. Luego utiliza sus fuerzas con gran cuidado y yace entre duras rocas pasando toda la noche en camas al aire libre 230 y tasca hojas espinosas y cañas punzantes, e se pone a prueba y aprende desahogarse con los cuernos contra el firme tronco de un árbol, desafiando a los vientos con sus golpes, y lanza al aire la tierra entrenandose a la batalla. Entonces, apenas junta fuerzas y recupera energías, 235 entra en batalla y de cabeza se lanza contra el enemigo ajeno. |
Damoetas Heu heu, quam pingui macer est mihi taurus in ervo! 100 idem amor exitium pecori pecorisque magistro. |
Dametas ¡ay! que flaco es mi toro a pesar de que pastorea en rica arveja! 100 el amor lleva a la perdición tanto el ganado, como quien cuida el ganado. |