Origen
La Merinizzata Italiana da Carne
es una raza ovina de formación muy reciente, puesto que
su "nacimiento" oficial se remonta al año 1989.
Esta raza pertenece al tipo Merino, que es el más importante
de la especie ovina: es un grupo de razas derivadas de la raza
Merina, que por la excepcional finura de su lana se difundió
desde muchos siglos por todo el mundo.
Este tipo toma origen de la zona centro-meridional de España
donde, según algunos autores, vive por lo menos desde la
edad romana, y es mencionada por Plinio el Viejo y Estrabón,
o según otros autores deriva de unas razas norte africanas
y fue importada en España por los árabes alrededor
del siglo XI, tomando su nombre de la tribu norte africana Beni-Merines
(Sarti, 1996).
En Italia las tradicionales razas de origen merina son: la
Gentile di Puglia, que se
originó por cruzamientos absorbentes con reproductores
Merinos sobre razas autóctonas pullesas, sobretodo raza
Garfagna, de población apenínica (DellAquila
et al., 1995; Sarti, 1996), entre 1435 y 1442, a iniciativa
del rey Alfonso I de Aragón, y la Sopravissana,
derivada de cruzamientos absorbentes parciales entre carneros
Merinos-Rambouillet, regalados en
1792 por el Rey de Francia al Papa Pio VI, y ovejas de raza Vissana,
ellas también de población apenínica, de
la zona de Visso, en la provincia de Macerata,
en los Montes Sibilinos; la formación de la raza fue alcanzada
en el período 1820-1830 por Piscini y por Rosi (Sarti,
1996), mientras que la merinización en ella continuó
hasta 1880 (Baldelli, 1997).
Otras razas de origen merina como la Gentile di Calabria, la Gentile
di Lucania, la Quadrella o Bastarda
Spagnola, la oveja del castillo de Alife, la Pietraroia, la S.Giorgio,
la Marcone y la Molara, por lo general desaparecidas, pueden asimilarse
a la Gentile di Puglia (Tortorelli, 1984; Sarti,
1996), mientras que la raza de Corniglio
está casi extinta (Baldelli, 1997).
Las dos principales razas de origen
merino, en tiempos difundidas de modo capilar en la Italia centro-meridional,
han sido por siglos ligadas a la trashumancia, como por otra parte
su antecesora Merino en España (Analla et al., 1998);
la trashumancia tenía lugar hacia los Apeninos abrucenses
desde el Tavoliere delle Puglie (la Gentile di Puglia) o desde
la Campaña romana (la Sopravissana) (Tortorelli,
1984; Negrini, 1998).
En las décadas pasadas, a partir de los años 1930
(Pollidori, 1996), las dos razas italianas de origen merina
se fueron gradualmente desapareciendo, con el cambio de las condiciones
económicas, principalmente a partir de la última
posguerra, hasta que fueran incluidas entre las razas amenazadas
de extinción, según el Reglamento (CEE) nº
2078/92 (Pollidori, 1996); basta con decir que en 1967
la raza Sopravissana contaba por sí sola con 1.300.000
cabezas (Sarti, 1995) mientras que hoy su censo es de pocos
millares de cabezas (Morbidini et al., 1995).
La desaparición casi irreversible de las dos razas fue
causada por el mestizamiento incontrolado, realizado en muchas
maneras diferentes, persiguiendo varios objetivos productivos
divergentes (Burini y Morbidini, 1997), para salir de un
sistema de producción no más possible después
de los grandes cambios posbélicos.
En particular han sido factores decisivos el abandono de los campos
y la llegada de las fibras sintéticas; esta última
circunstancia, determinando el derrumbe del precio de la lana,
llevó al abandono de la producción de esta fibra,
ya que el coste del esquileo se había igualado al valor
de mercado del producto (DellAquila et al., 1995);
por otra parte la trashumancia no se podía practicar más
con las mismas proporciones del pasado, por la escasez de mano
de obra estable y adiestrada (DellAquila et al.,
1995; Morbidini, 1996) y además el aumento de la
demanda de carne, debido a la más grande prosperidad económica,
determinó la necesidad de reconvertir las razas italianas
de origen merino a la producción de este alimento (Pollidori,
1995; Negrini, 1998).
Se debe poner de relieve que incluso en este caso las razas italianas
de origen merina tuvieron un destino común a su raza antecesora
(Analla et al., 1998) y a otras razas extranjeras de origen
merino, como las neocelandésas Romney,
Coopworth y Perendale
y las británicas Clun Forest
y Romney Marsh (DellAquila
et al., 1995).
Para realizar la necesario reconversión
a la producción de carne se seleccionaron por tanto a los
ejemplares con mejor conformación y de más grande
formato, hasta que los estándares raciales de 1942 fueron
modificados para tener en cuenta la nueva aptitud, con especial
atención a la fecundidad y a la fertilidad (Pollidori,
1996).
Al mismo tiempo las razas italianas de origen merina fueron cruzadas
con otras razas europeas de derivación merina como la alemana
Württemberg, las francesas Ile
de France, Berrichonne du Cher
y Berrichonne de lIndre, la
española Merino Precoz y
el Trimeticcio di Segezia, o sea
Württemberg x (Ile de France x Gentile di Puglia), obtenido
en el Ovile Nazionale (Redil Nacional) de Foggia (en Apulia) del
Instituto Experimental por la Zootecnia, con la colaboración
del Instituto de Zootecnia de la Universidad de Bari (DellAquila
et al., 1995; Sarti, 1996).
Fueron utilizadas como líneas padre aun razas cárnicas
italianas y europeas no de origen merina como Barbaresca,
Appenninica, Bergamasca,
Suffolk, Colbred,
Dorset, Texel,
y hasta razas lecheras como Sarda, Comisana, Massese
y Leccese (Pollidori, 1995; Sarti,
1995; Burini y Morbidini, 1997; Negrini, 1998; Sarti
F.M. y Panella, 1999).
El resultado fue inicialmente excelente hasta que el "Piano
Carni" (Plan para las carnes) de la Cassa del Mezzogiorno
(fondo para el desarrollo de la Italia del sur), en los años
1970, financió nada menos la compra de carneros del extranjero.
De todas formas lo que parecía
ser un progreso seguro dio lugar a muchas desventajas, ya que
los superiores rasgos productivos de las razas extranjeras se
manifestan plenamente con pesos al sacrificio mayores de los que
el mercado italiano requería, y puesto que los carneros
introducidos como líneas padre, aunque muy costosos, no
se adaptaron al clima italiano, y sobretodo a las condiciones
de cría de Italia (Burini y Morbidini, 1997), demonstrando
escasa vitalidad y actividad reproductiva limitada, que se manifestaba,
en algunos casos, en ser "no más poliéstricos,
sujetos a la polipnea por calor, con una reducción o completa
anulación de la ovulación en las hembras además
de desgana y frigidez en los machos, con manifestaciones de infecundidad
por escasa vitalidad de los espermatozoides" (Pollidori,
1995).
Para compensar con un aumento de productividad el aumento de los
costes de gestión (Sarti, 1995), además los
que tenían que ser sobre todo cruzamientos industriales
fueron criados como reproductores, para "superar la lentitud
y las dificultades del proceso de selección" (Sarti,
1992a), ínsitas en el mejoramiento genético, que
impedían una rápida adecuación a las condiciones
productivas modificadas (Sarti, 1995).
Se obtuvo así una población multimestiza no controlada
y no dirigida hacia un objetivo de selección bien definido,
también por la ausencia de detalladas normas técnicas
y científicas (Pollidori, 1995), y que además
no llevaba grandes ventajas a los criadores, ya que el consumidor
se quedaba orientado a corderos de peso bajo (Negrini,
1998), haciendo además la producción "incostante
y muy diversificada en las diferentes tipologías genéticas"
(Pollidori, 1995).
Por otra parte lo que pasó con las razas de origen merina
es desdichadamente una tendencia muy frecuente en la ovinocultura
italiana, ya que el censo de ganado ovino italiano cuenta con
un 30% de individuos que no se pueden atribuir a ningún
grupo étnico (Sarti, 1991, 1996).
A finales de los ochenta, para poner remedio a la situación
que se había creado, se decidió así de disponer
una selección para obtener una verdadera raza, a partir
de la "ensalada mixta" de individuos multimestizos de
dudoso origen y de dudosa conformación y productividad
(Panella, 1992; Morbidini, 1996), además
para dar una dirección y una orientación a los criadores,
que estaban inciertos entre la producción de carne, todavía
no rimunerativa, y la producción de leche, ya confiada
a las razas especializadas criadas en ambientes menos marginales
(Burini e Morbidini, 1997).
Se tuvo también en cuenta el considerable déficit
de autosuficiencia de carne ovina de Italia, a pesar del consumo
per cápita muy bajo (1,7 kg. en 1999), procurando reducirlo
y previendo y esperando en un nuevo espacio en el mercado por
corderos más maduros y por consumos no ligados a los períodos
tradicionales (Pascua y Navidad), abastecendo el mercado también
con cortes estructurados y listos para la cocción (Morbidini,
1996), comerciables más fácilmente en los grandes
almacenes.
Se debe además tener en cuenta que los consumos per cápita,
en algunas regiones como el Véneto, con tradición
de cría de ovinos muy escasa, son casi inexistentes (0,5
kg per cápita por año) y se pueden presumiblemente
incrementar con estrategias promocionales apropiadas (Giuliotti
y Martini, 1992).
Así en 1988 un grupo de trabajo definió el estándar
racial, como primer instrumento de utilizar para distinguir unos
genotipos favorables al interior de la población multimestiza
(Morbidini et al., 1995), que fue aprobado en 1989 por
el Comité Técnico Central del Libro Genealógico
de las Razas Ovinas, órgano técnico de la Asso.Na.Pa.
- Associazione Nazionale della Pastorizia (Asociación Nacional
del Pastoreo).
Desde 1993 el Instituto de Zootecnia General de la Universidad
de Perugia empezó un trabajo de campo para encuadrar la
situación etno-demográfica de la población
de origen merina y para emprender una selección preliminar
(Morbidini et al., 1995).
El nuevo texto de los "Caracteres típicos y rumbos
de mejora de las razas derivadas merinas" fue aprobado en
1997, con Decreto del Ministro de los recursos agrícolas,
alimenticios y forestales (Pollidori, 1995).
Las características
El estándar racial de
la Merinizzata Italiana da Carne prevé un formato medio-grande:
alzada a la cruz mínima de 71 cm. por los carneros y 62
cm. por las ovejas, peso mínimo 77 kg. por los carneros
y 53 kg. por las ovejas.
Las características somáticas son de marcada aptitud
a la producción de carne, incluso si fueron conservados
los buenos rasgos de finura de la lana (18-26 mm de diámetro), para evitar la deriva
genética con alejamiento del tipo Merino; la raza produce
tembién leche de buena calidad para la fabricación
de queso, apropiada para la producción de quesos típicos,
que tienen de cualquier manera un muy buen mercado (Morbidini,
1996; Asso.Na.Pa., 1997b).
La Merinizzata Italiana da Carne no es una raza marcadamente cárnica,
puesto que está dotada de características de rusticidad
y adaptación al clima italiano y a las condiciones de cría
italianas, a menudo difíciles, ya que tienen lugar en situaciones
ambientales marginales (Boyazoglu, 1992; Morbidini,
1996; Panella y Sarti, 1996), y consigue de todos modos
a un buen desarrollo somático, con buenos ritmos de crecimiento
y buen Índice de conversión y frecuente gemelaridad
(Panella et al., 1995).
La rusticidad de esta raza puede derivar del probable origen africano
del tipo Merino: la adaptación particularmente buena al
clima caliente y árido de la Italia meridional deriva de
un buen equilibrio térmico debido a un metabolismo reducido,
con una mejor utilización de la energía bruta de
la ración para el mantenimiento y la producción
(Sarti, 1991).
El empleo típico de la Merinizzata Italiana da Carne es
la producción de cordero ligero, destetado a la edad de
6-7 semanas, con peso vivo al sacrificio de 15-20 Kg, y se utiliza
cada vez menos para el cordero lechal, que deriva por lo general
desde razas lecheras, con destete precoz, incluso si la Merinizzata
podría dar un cordero lechal de muy buena calidad. También
el empleo para la producción del cordero pesado es muy
infrecuente, dada también la baja demanda por parte del
mercado (Sarti, 1992b; Massi, 1992; Panella et
al., 1995).
La mejora
La Asso.Na.Pa. se ocupa del
funcionamiento del Libro Genealógico de la Raza y organiza
anualmente, con la colaboración del Comité de Raza
y de las asociaciones provinciales de los criadores, las pruebas
de performance, sobre 100 carneros cada año, para seleccionar
los reproductores en posesión de los requisitos morfo-funcionales
apropiados para alcanzar los objetivos fijados por el esquema
de selección (Morbidini, 1996; Asso.Na.Pa.,
1997b). La prueba de performance es de importancia fundamental
para seleccionar líneas padre con apreciable uniformidad,
y utiliza la evaluación linear (Panella, 1992; Morbidini
et al., 1995; Roberti, 1995; Sarti F.M. y
Panella, 1999; Asso.Na.Pa., 1999, Roberti, 2000)
por caracteres como anchura y longitud de la grupa, alzada a la
cruz, longitud del tronco y perímetro torácico que,
siendo más difícil de medir, puede eventualmente
ser substituido por la anchura del pecho (Sarti F.M. y Panella,
1999).
Los objetivos de la selección son la mejora del peso del
cordero a 60 días, el logro de una buena conformación
corporal, el mantenimiento de buenas cualidades maternales, de
una apropiada duración de la lactación y de la aptitud
para partos múltiples y el logro de una más grande
uniformidad morfológica (Colangelo y Bochicchio,
1996; Asso.Na.Pa., 1999; Roberti, 2000).
La producción de lana es marginal, pero se intenta de todas
formas de conservar su calidad y de alcanzar una suficiente homogeneidad
de la calidad misma, sin la cual es difícil aun imaginar
que se pueda comercializarla (Sarti, 1991); se debe poner
de relieve que, en las Normas Técnicas, entre los defectos
que se deben eliminar y aquellos tolerables en los reproductores,
en gran parte conciernen el vellón (Asso.Na.Pa.,
1997a).
Se debe considerar que el trabajo de selección que tiene
por objeto la formación de una población homogénea
con una variabilidad biométrica baja se presenta largo
y complexo (Panella e Sarti, 1996), y se puede considerar
aún hoy en curso y no próximo a la conclusión,
dada la amplísima base genética de la población
multimestiza de origen, la amplitud de la área de distribución,
las características de las explotaciones, incluida la formación
técnica frecuentemente escasa de los criadores y la marginalidad
de las zonas de cria. Estas peculiaridades inducen a no impulsar
mucho la selección hacia un formato elevado y evidencian
la necesidad de guardar una producción lechera cuantitativamente
notable (Panella y Sarti, 1996; Asso.Na.Pa., 1999).
Considerado que la situación de la raza está en
devenir y dada la persistente carencia de homogeneidad, para la
selección se trabaja en régimen transitorio de derogación
por lo que respecta a la comprobación del parentesco, y
se inscriben en los Registros Genealógicos hasta individuos
derivados de mestizamiento con tipos genéticos italianos
de derivación Merinos (Roberti, 2000).
El censo actual es cerca de 600.000 cabezas, implantados prevalentemente
en las regiones Abruzos, Molise, Apulia y Basilicata (Roberti,
2000); cerca de 19.000 cabezas resultaban inscritos en 1995 al
Registro del Censo, que de momento sustituía el Libro Genealógico
(Asso.Na.Pa., 1997a).
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