INTRODUCCIÓN
Oímos a menudo
hablar de "vacas volantes" con escasísimo rigor
científico, excediéndose con frecuencia en curandería.
Nos parece oportuno puntualizar al argumento, para evitar que
científicos poco serios puedan hacer afirmaciones infundadas
y no demostradas, con caída de toda la disciplina en desprestigio.
El estudio del vuelo de los bóvidos es seguramente difícil
por la índole altanera de estos rumiantes, que no aman
los inutiles exhibicionismos que caracterizan, por ejemplo, los
aves, sino prefieren una actividad discreta de vuelo, principalmente
con intención lúdica y trófica (alcance de
las hojas más altas y más blandas de los árboles).
De todas maneras las evidencias científicas sobre el vuelo
bovino son muchas y detalladas y seran expuestas en las páginas
siguientes.
Podemos comenzar definiendo la actividad de vuelo del ganado como
buptería, desde el griego boûV
= buey y pterón
= ala. Como se puede no considerar la coincidencia casi perfecta
con la palabra buttero, el vaquero de la región toscana de la Marema.
Este hecho nos da una clara indicación sobre cuales fueran
en el pasado las verdaderas tareas del buttero: un controlador
del tránsito aéreo
más que un comun
vaquero.
ESTRUCTURAS ANATÓMICAS
Y FISIOLÓGICAS DEL VUELO BOVINO
La ausencia de alas
en el ganado es de conocimiento común, por lo tanto se
debe juzgar que la única explicación de este fenómeno
sea la propulsión por reacción, por medio de la
emisión fisiológica de metano, bióxido de
carbono, escatol, indol y otros gases; el hecho que esta emisión
ocurra de ambos orificios del cuerpo, situados en los extremos
opuestos del cuerpo mismo, nos mostra que los vacunos tienen un
control fino de la dirección y de la velocidad del vuelo,
aunque si su vuelo es más ruidoso que el de los pájaros.
Esto, de todos modos, no es perjudicial, puesto que los vacunos
no tienen ningún predador volante y que faltan actividades
predatorias del vacuno hacia otras especies.
La actividad del vuelo
requiere modificaciones de los órganos de sentido, de manera
que se asegure una orientación correcta durante las migraciones
y la estabilidad del cuerpo durante el vuelo, mismo en situaciones
críticas (planeos, picados, quiebros), que es de importancia básica,
dada la escasa aerodinámica del animal. Es claro que los
cuernos son los órganos designados a esta tarea, y de propósito
se colocan sobre la cabeza, como los otros órganos de sentido,
y se orientan hacia la dirección del vuelo; su importancia
es confirmada por el hecho que las especies incapaces por el vuelo
(caballos, burros, cerdos) no tienen cuernos, y es además
demostrada por la práctica del descorne en las modernas
explotaciones ganaderas, con el intento
no tanto de prevenir que el ganadero o los otros vacunos sean
heridos, si no de impedir la evasión en vuelo de animales
que tienen a veces un
alto valor.
Por otra parte, la secular sabiduría de los ganaderos nos
da una indicación muy clara de su preocupación por
las huídas volantes de las vacas,
por medio de dispositivos técnicos como la estabulación
permanente, es decir el clasico sistema de ganadería que
preve que las vacas
sean atadas en establo, y el hecho que en los establos más
viejos las ventanas sean muy estrechas,
de modo que los vacunos no puedan pasar a través dellas.
Se debe subrayar que la mayor parte de parásitos del ganado
(tábanos, moscas de establo, hypoderma) puede volar: ¿debemos
suponer una adaptación de los parásitos al vuelo
para seguir sus hospederos? ¿o pensar que los vacunos aprendieron
volar para sutraerse a sus parásitos? Y de todos modos,
¿porque un insecto necesitaría de
alas para parasitar un hospedero fijado a la tierra?
ETNOLOGÍA
BUPTERA
El diverso tamaño
de los cuernos en las diversas razas es indicativo de la diferencia
de habilidad en el vuelo entre ellas: el ganado
de raza Maremmana (imagen
1) tiene cuernos
particularmente anchos y (¡ mira qué casualidad!),
es aquello tradicionalmente cuidado por los butteros, que, según
lo visto previamente, eran al comienzo verdaderos hombres radar.
Otra raza vacuna con cuernos particularmente anchos es la escocesa
"Highland" (imagen
2), y se da
apenas el caso de subrayar la significativa etimología
del nombre: "high" o sea "alto",
justo como el vuelo y "land" o sea "aterrizar",
con el evidente significado de "vacuno que aterriza después
de haber volado en alto".
También el nombre
de la raza vacuna Ayrshire (imagen
3) recuerda
más el nombre de una linea aérea que aquello de
un rumiante, y como no notar que sea las Highlands, sea el Ayrshire
se hallan en Escócia, y por lo tanto
no lejos del lago Ness, donde se halla una realidad paranormal
negada por la ciencia oficial? (véase: "lago
Ness: una realidad negada" del mismo autor).
La diversidad de las capas nos da una indicación sobre
los diversos costumbres de vuelo de las razas: las con capa berrenda
en negro, como la Frisona (imagen
4), y aún
más las berrendas en rojo, como la Simmental (imagen
5), tienen evidentemente
un color llamativo para evitar colisiones entre ellas durante
el vuelo en formación, mientras las razas con capa oscura
uniforme son aquellas con predominante vuelo nocturno, con propósito
mimetico (imagen
6, raza Aberdeen Angus, otra raza escocesa:
¿solo una casualidad?). La raza de carne británica
más difusa en el mundo se llama Hereford, y el nombre tiene
una pronunciación casi igual a "airport", y el
hecho que ahora ya sea predominante el tipo sin cuernos (polled),
y por eso incapaz de levantar el vuelo, concorda con la capa berrenda
en rojo, con campos bien distintos, típica de los vehículos
asignados al servicio de tierra sobre las pistas de los aeropuertos
(imagen
7).
HISTORIA DEL VUELO BOVINO
Las representaciones
artísticas más antigas de ganado se encuentran en
los grafitos paleolíticos en las paredes de la cueva de
Altamira, con una bandada de vacunos en formación (imagen
8), las cuevas
de Lascaux con un vacuno en aterrizaje (imagen 9), de la cueva de Tuc d'Audoubert,
con dos vacunos en despegue (imagen
10), y en los
grafitos rupestres en Val Camonica, con bandadas de ganado en
vuelo (imagen
11). El asombroso
nivel técnico de la representación artística,
inconcebible para artistas del Paleolítico, es una firma
de los verdaderos autores: reporteros intergalácticos aterrizados
de astronaves extra-terrestres
(véase: "Grafitos
paleoliticos extra-terrestres: una realidad negada",
del mismo autor) y nos da una indicación cronológica
de unas de las incontables migraciones de los bóvidos en
la historia. Todos saben que la origen de la especie bovina remonta
al continente desaparecido de Mu (véase: "Mu:
una realidad negada", del mismo autor), que debe
claramente su nombre al mismo rumiante, que tenía probablemente
un papel muy importante en la compleja estructura social de Mu.
¿Como habría podido el ganado evitar la destrucción
del continente desaparecido en mar? (¿por explosión
de los depósitos energéticos de excrementos? véase:
"Propulsión de astronaves a estiércol:
una realidad negada", del mismo autor) si no migrando
en vuelo? ¿Y donde pudiera ser ido el ganado en
migración si no en Mesopotamia, donde los Asirio-babilónicos
veneraron al toro alado (imagen
12)?, para luego
llegar al Egipto, donde se comienzó venerar al toro Apis
(imagen
13), representado
con un disco entre los cuernos, quizá una esquematización de
un receptor radar (véase:
"2001:
una Odisea del Establo", del mismo autor).
¿Y como explicar
la presencia en Italia de razas vacunas de origen India o Pakistaní
(por ejemplo la raza Piamontesa, foto 22), si no con una larga migración?
Y siendo la migración vía tierra prácticamente
imposible por la enorme distancia que cubrir, ¿cual
otra via, si no la migración en vuelo, habría podido
conducir debajo de nuestros cielos estas razas originarias de
continentes lejanos? Alguien objeta, según razón, que
una migración habría podido pasar por medio de astronaves
intergalácticas (véase: "Transhumancias
estelares: una realidad negada",
del mismo autor) o bien por teletransporto o psicokinesis, pero
este hipótesis hasta hoy no es todavía demostrada
cientificamente.
Llegando a la edad Romana, el grande Publio Virgilio Marón
en las Bucólicas habla de ciervos que pastan en
vuelo:
pero, siendo este vuelo
por las alturas ("in aethere"), se puede pensar
que el poeta de Mantua haya incurrido en un error de avistamiento,
y que en realidad se tratara de ganado, o que se trate de una
licencia poética (entre otras cosas un colega de Virgilio,
Quinto Horacio Flaco vivia justo en Licenza, cerca de Roma: ¿apenas
una coincidencia?). De todos modos las imponentes cornamentas
de los ciervos pueden también dar crédito a la hipótesis
que Virgilio tenía razon, y que los mamíferos que
él avistó en vuelo eran en realidad ciervos (véase:
"Eneas era extra-terrestre: una realidad negada",
del mismo autor).
Saltando adelante unos
siglos, el grande Galileo Galilei, durante sus observaciones astronómicas
nocturnas en la ciudad de Pisa, habrá
avistado seguramente unas vacas volantes,
de la raza local "Mucca Nera Pisana" (foto
14), cuyo color mimético nos demostra su aptitud
al vuelo nocturno. El
hecho que el grande astrónomo y astrólogo no haya
hablado de este tema en sus textos, nos da una medida de la importancia
que el daba al vuelo bovino y de la certeza
que divulgar este acontecimiento habría podido causar
una reacción violenta de las jerarquías eclesiásticas
y de la ciencia oficial del tiempo,
ancladas a una visión de los vacunos como animales exclusivamente
terrestres. Si recordamos al proceso y a la forzada abjuración
de Galileo, ¿cómo
podríamos culpar su precaución? (véase: "Galileo: un genio mal conocido", del mismo autor). Podríamos
sin embargo asumir que, dado el color mimético de estos
vacunos, él haya podido faltar de divisarlos, o los haya
confundidos con los renos de Papá Noel.
Llegando a tiempos más recientes, mencionamos a los experimentos de Galvani
sobre la electricidad animal, que el grande científico
fué constreñido a cumplir sobre ranas, después
que la vaca que había comprado para el experimento voló
lejos de la ventana, sutraendose a una investigación más
cercana de las estructuras eléctricas implicadas con el
vuelo.
Llegando a nuestros días, ¿sera quizá una
coincidencia el hecho que los aeropuertos principales hayan sido
construidos en las áreas con la densidad más alta
de explotaciones de vacunos? ¿Los primeros constructores
de aeropuertos eligieron quizá las áreas con las
condiciones meteorológicas y orográficas más
idóneas por el vuelo, las mismas eligidas por los vacunos
en los siglos antecedentes?
(véase: "Aeropuerto
de Malpensa: la maldición del
druida", del mismo autor).
¿Y los numerosos
desastres aéreos sobre cuyas causas nunca se pudo arrojar
luz, no habran sido acaso provocados
por colisiones entre
aviones y vacunos? ¿Y
las evidentes reticencias y coberturas de las autoridades y de
la ciencia oficial no seran acaso debidos a la exigencia de ocultar
las pruebas de una actvidad de vuelo vacuno que podría
sacudir hasta los cimientos el establishment de la ciencia
oficial, que niega con testarudez la existencia de una realidad
apoyada por innumerables pruebas? (véase:
"Torres Gemelas: terroristas del espacio exterior"
del mismo autor). ¿Cómo
explicar la presencia de excrementos vacunos en los pastos de
montaña, hasta altitudes considerables, cuando no hay a
la vista ningún
ejemplar vacuno, si no como residuos de los pasos nocturnos en
vuelo rasante de las manadas?
Los montañeses no agradecen hablar
de esto y, interpelados al respecto, se antrincheran detrás
de refunfuños incomprensibles o niegan la evidencia, y
esto hace sospechar que tengan miedo de retorsiones, hasta por obra de los vacunos mismos, que
quieren mantener secretas sus actividades
aéreas (véase:
"La
mafia bovina: una realidad negada",
del mismo autor), o bien por obra de las cumbres militares
que desde hace años emplean las en apariencia inocuas vacas
en actividad de espionaje aéreo (véase: "Las
Frisonas-espía:
una realidad negada", del mismo autor). Con respecto de esto, no se
puede negar la sorprendente analogía
de construcción entre el borlón de la cola de los
vacunos y los planos de cola del
avion espía Stealth (imagen
15). En tema de aviones, un
parcial y pasajero desenmascaramiento del vuelo vacuno fue intentado por Air France en los
años '50 (imagen
15a).
Finalmente una reciente
(junio 2011) puesta al día: Andrea PL, atento lector de
esta página, nos informa de una enésima prueba del
vuelo bovino: Ringo Starr, baterista de the Beatles, sabía.
En su casa de Weybridge, cerca de Londres, el músico tenía
de hecho un bar llamado "The Flying Cow" (la vaca volante).
(*)
En conclusión es evidente que el vuelo vacuno pueda ser negado sólo por la culpable torpeza de
la ciencia oficial y de la medicina tradicional, que son de todas
maneras en posesión de un poder inontrolable, ya que consiguen
monopolizar la información y ocultar hechos que parecen
evidentes, según lo documentado por
la asombrosa imagen sutraída desde los archivos de la NASA,
que la había culpablemente ocultada (imagen
16), o como la secuencia del encuentro de kung fu
volante hombre contra vaca, desde la película Kung Pow!
Enter the Fist de Steve
Oederkerk (foto
17), pasada como
producto de efectos especiales digitales, mientras que es un mondo
y lirondo documental.
Pero a pesar de esto,
nosotros no nos dejaremos intimidar y, por amor de la libertad,
de la ciencia y del conoscimiento, seguiremos lacerando el velo
de complicidad que cubre la verdad como un sudario (véase:
"El Sudario de Turín es extra-terrestre: una realidad
negada", del mismo autor), y pedimos que todos los
testigos de estos acontecimientos no se oculten, sino griten en
voz alta: "¡vi una vaca que volaba!".
Somos seguros que este texto hará ruido y que
los sacerdotes del racionalismo más obtuso seguiran negando que
las vacas vuelen, como todavía niegan que los extra-terrestres
circulen entre nosotros (imagen
18), que
Elvis Presley esté vivo (imagen 19), que Paul McCartney se haya muerto
(imagen
20) y que Enrique
Iglesias sea la reincarnación de Ramses
II (imagen
21): ¡a
ellos vaya nuestra compasión!
(*) Christopher Porterfield, Pop Music: The Messengers. Time, 22/09/1967, pag. 171. (citado por June Skinner Sawyers, Read the Beatles. Penguin, 2006).