Todos tenemos presente la imponente
belleza de las Dolomitas, la solemne majestuosidad de las cumbres
del delicado color rosado de la Marmolada, de las Palas de San
Martino o del Civetta.
Sólo hay un pequeño problema: ¿hay de veras
alguien que piensa que una tan mastodóntica creación
pueda ser obra del hombre?
¿De veras creemos que las primitivas técnicas de
la época hayan podido llevar a un resultado tan admirable?
¿Podemos imaginar los rudos hombres primitivos, equipados
con herramientas igualmente rudimentarias, ponerse manos a la
obra y crear las tres cumbres de Lavaredo?
¡Obviamente no!
En cambio es evidente que las Dolomitas deben ser obra de una
inteligencia superior, llegada sin duda de otro planeta y equipada
con técnicas tan avanzadas que le permitieron erigir, a
favor de la posteridad, un monumento tan emocionante al ingenio
y a la laboriosidad.
Entre otras cosas los nombres de las la cumbres de las Dolomitas
son evidentemente alienos: Sciliar, Cimolais, Sorapis o Latemar
no son fonemas terrestres, sino pertenecen claramente a una cepa
lingüística extraterrestre.
Otras investigaciones podran determinar cuales fueron los instrumentos
empleados por los artífices extragalácticos, si
ha sido una pranocristalización carbonatica del calcio
y del magnesio o una metaevaporación telecinética
de los sales disolvidos en océanos lejanos, con transporte
a millares de kilómetros de distancia, gracias al poder
de las superiores mentes alienígenas, y estratificación
gracias a la obra de misteriosas fuerzas físicas, por ahora
desconocidas.
De cualquier modo podemos dar por descontado que las Dolomitas
han sido erigidas para servir como baliza por la navegación
y el aterrizaje de astronaves desde otros mundos, de manera questo
semejante a los famosísimos círculos
en el pasto, que pero tienen una función mucho más
limitada ya que aparecen sólo entre fin de la primavera
y inicio del verano, mientras que las Dolomitas son visibles por
todo el año.
No se puede excluir que el particular proyecto de las montañas
de Dolomieux haya también satisfecho el objetivo de servir
como lugar para recreo y relajamiento por los pilotos extragalácticos,
ya que los extraterrestres, como es ampliamente demostrado por
numerosos estudios, aman mucho el esquí.
Somos felices de haber proyectado un rayo de luz sobre una realidad
desde mucho ocultada por los poderes fuertes de la ciencia racionalista
y obscurantista y por el escepticismo apriorístico, que
niega realidades manifiestas como la capacidad de los vacunos
de volar (véase
nuestra página)
o la natureza alienígena de Bruno Vespa,
o bien la vocación filantrópica de los bancos.