Parece que la especie vacuna
sea condenada a ser desacreditada y calumniada: en un precedente
trabajo (El
vuelo bovino: una realidad negada) hemos visto como el poder dominante de la ciencia
oficial haya encubrido la realidad innegable de la habilidad de
volar del ganado. El mismo obtuso velo de silencio cubre otra
verdad indiscutible: la habilidad natatoria bovina (foto 1).
En Italia es posible encontrar precisas evidencias de esto: recordamos
los islotes sardos llamados "el Toro" (foto 2) y "la Vaca", con el
escollo "el Becerro" (foto 3), cerca de Sant'Antioco (Cagliari), (véase
también el sitio), mientras que, siempre en Cerdeña,
hay la famosa Cueva del Buey de Mar (foto 4) en el ayuntamiento de Dorgali (Nuoro), además
de la homónima cueva en la isla de Filicudi, en el archipiélago
de las Eolias, en Sicilia; estos topónimos atestiguan claramente
los hábitos acuáticos de esta especie, renombrados
por la sabiduría popular y ancestral, y borrados en modo
irresponsable por el progreso científico y tecnológico.
No puede ser por casualidad
si todas las razas de ganado del mundo se originaron en las áreas
costeras (Frisia, Holstein, Normandía, Asturie), y nada
menos que en las islas (Jersey, Guernsey, Gran Bretaña,
Sicilia y naturalmente Cerdeña).
Otra evidencia de la
vocación acuática de los bóvidos es la etimología
de una de las razas de ganado más difundidas en el mundo,
la Simmental (foto
5), cuyo nombre
ingenuamente (o con fraude) se considera derivado de un nombre
geográfico (en alemán "valle del río
Simme"), mientras que es claramente relacionado con "schwimmen",
que en alemán significa "natación" y es
obvio que no se puede nadar en un pasto, sino solamente en el
agua. Otra raza muy difundida es la Parda Alpina (foto 6), al comienzo llamada Schwitz,
cuyo nombre se hace remontar al homónimo cantón
suizo, mientras que deriva claramente de la palabra alemana "schwitzen",
que significa "sudar", reacción típica
de quién hace un esfuerzo atlético prolongado, como
una larga nadada. Por otra parte una de las razas típicas
italianas de carne se llama Maremmana (foto 7), con clara referencia al mar, confirmando nuestras
declaraciones anteriores.
En inglés la acción de dirigir una nave se define
"steerage" y está claro que el término
viene de la necesidad de cambiar el curso de la nave para evitar
colisiones con los bueyes ("steers") en natación.
Debemos razonablemente juzgar que los vacunos tengan una vida
anfibia, alternando períodos acuáticos y terrestres,
pero no podemos excluir la existencia de ganado salvaje que pase
toda su vida en el agua, lejos de la costa, demostrando probablemente
una adaptación a la vida enteramente acuática, por
ejemplo con dimensiones del cuerpo muy aumentadas; esto podría
explicar el avistar de seres vivientes no identificados que podrían
en realidad ser grandes vacunos acuáticos, como el monstruo
del lago Ness en Escocia (nombrado Nessie, típico
nombre de vaca lechera) o Mokele Mbembe en Congo; el nombre de
este, según las fuentes oficiales, significa "el
que para el flujo de los ríos", mientras que según
fuentes confidenciales en nuestra posesión significa "la
gruesa vaca del agua, pero muy muy gruesa", y esto es
desde luego confirmado por el rasgo onomatopéyico del nombre,
rico de "emes".
Muchas razas vacunas demuestran las capas miméticas típicas
de los animales acuáticos, con la región ventral
y la faz interna de los miembros mucho más claras que el
resto del cuerpo (foto
8). Sin embargo
el mimetismo no es bastante para explicar la rareza extrema con
que se avista el ganado en el mar y se debe por lo tanto rendirse
ante la evidencia: los vacunos de mar son entrenados por inmersiones
muy prolongadas. Estas se pueden realizar solamente con otra adaptación
a la vida acuática, por ejemplo modificaciones de la panza,
para hacerla disponible como vejiga natatoria, o como reserva
de aire para largas inmersiones en apnea. Esto es confirmado por
el excepcional documento fotográfico que representa una
novilla en inmersión ¡desde nada menos que 26 minutos!
(foto 9).
Por otra parte los vacunos tienen un patrimonio genético
de 60 cromosomas, 14 más que la especie humana, y esto
nos hace creer que tengan necesariamente capacidades extraordinarias,
más altas que los seres humanos, incluyendo el vuelo o
la natación durante mucho tiempo en inmersión.
Es obvio que, con respecto de los cetáceos, los vacunos
mostran adaptaciones a la vida acuática menos perfeccionadas,
que de todas maneras no les impiden de exhibirse en actuaciones
acrobáticas, precisamente junto a los cetáceos (foto 10).
La alimentación de los vacunos durante la fase marina de
su ciclo vital es constituida principalmente por algas marinas,
que cosechan y amontonan con sus cuernos. Pero el hecho que en
las ganaderias terrestres los bovinos se alimenten también
de harina de pescado, no demostrando ningún problema, nos
hace pensar que los rumiantes salvajes integren su dieta también
con plancton o con pequeños pescados, que cogen con habilidad
inesperada. También las vacas que pastan en tierra van
a menudo en busca de cursos de agua para capturar truchas y salmones
de los cuales son golosas
(foto
11).
La vocación acuática
de la especie bovina está de todos modos viva incluso en
los animales criados (foto 12,
13 y 13a), que son a menudo pillados nadando
en las piscinas públicas (foto 14, 15, y 16 ), con obvios problemas de higiene
y orden público.
Por otra parte los criadores no aprecian las actuaciones natatorias
de sus animales, cómo es probado por el acontecimiento
de las seis vacas Charolesas del Yorkshire oriental que, después
de haber atravesado a nado el río Humber, por razones conocidas
solo a ellas, fueron capturadas y reconducidas atrás nada
menos con un helicóptero (foto 17
y 18).
Debemos desmentir con fuerza a la hipótesis que el avistar de
ganado de mar se refiera en realidad a los sirenios, como el dugong
o el manatí (foto
19) que, a pesar
de ser llamados también
"vacas de mar",
son completamente incapaces de mugir o de rumiar, y nunca fueron
avistados en los pastos suizos o austríacos.
La peculiar habilidad natatoria del ganado puede explicar seguramente
sus migraciones: en detalle, en el caso de la Australia, la presencia
de razas británicas de ganado en el hemisferio austral
no puede ser justificada por un posible transporte vía
nave por obra de los colonos ingleses, sino es explicada de una
manera más fácil con masivas migraciones a nado
de ganado, confirmadas por la peculiar aptitud al agua de los
vacunos australianos (foto
20).
Hace no muchos años se dió publicidad a una renombrada
marca de atún llamandola "chuletón del mar":
fue un clamoroso autogol, una admisión del hecho que el
producto vendido como atún es en realidad carne de vaca
acuática, pescada (o cazada) en modo fraudulento, en el
ámbito de una diabólica conspiración del
silencio.
De todos estos hechos se plantea un problema: ¿la carne
de vacuno acuático debe ser acompañada por vino
blanco o tinto? El clarete podría ser una componenda razonable;
¿por otra parte, en una ensalada o en un risotto con mariscos
sería correcto agregar carne de vacuno acuático?
¿Y por un católico observante podría la carne
de buey acuático ser considerada comida de vigilia?
Esperamos que este trabajo pueda haber facilitado el acercamiento entre seres humanos y ganado del agua (foto 21) y dado una contribución para disipar la cortina de humo obscurantista que oculta hechos evidentes como el vuelo y la natación de los vacunos o que las licuadoras (foto 22) funcionen solo gracias a un minúsculo hombre incansable que corre muy rápidamente en círculo chillando en voz alta (véase nuestro trabajo en cuatro volúmenes: "Las licuadoras funcionan solo gracias a un minúsculo hombre incansable que corre muy rápidamente en círculo chillando en voz alta"). La ciencia oficial utiliza toda su energía para evitar que la verdad saque a flote, pero no nos dejaremos intimidar y seguiremos derecho por el camino recorrido por Galileo y Einstein.