Giacomo D’Angelo

En la madrugada del 5 de mayo de 1903, el marinero siciliano de 29 años Giacomo D'Angelo fue encontrado moribundo en su celda de la prisión de Regina Coeli, en Roma, Italia, después de haber estado inmovilizado durante más de dos días con una camisa de fuerza. Su muerte fue la ocasión de una fuerte campaña de prensa y movilización popular llevada a cabo por socialistas, republicanos, radicales y anarquistas, oponiéndose a la violencia contra los presos.

Vida privada
Giacomo D'Angelo nació el 20 de agosto de 1874 en Castellammare del Golfo (provincia de Trapani, Sicilia) hijo de Epifanio y Antonina Curatolo, en su casa de via Re Federico. Tenía dos hermanos, Salvatore y Leonardo (apodado Nardo), marineros como él y como su padre Epifanio, que luego fue comerciante de vinos, y tres hermanas, Rosa (apodada Rosina), Giuseppina (apodada Beppina) y Francesca, esta última era soltera. A pesar de ser un residente de Castellammare, en el momento de los hechos que provocaron su muerte Giacomo vivía con sus padres y su hermana Francesca en Roma, en el distrito de Trastevere en via dei Vascellari, 41, en el primer piso, y era célibe. El diario socialista Avanti! publicó su retrato y lo describió como de mediana estatura, corpulento, de cabello y bigote castaños. Il Messaggero agregó que el marinero tenía una cara simpática. Según el registro del penal de Regina Coeli, Giacomo tenía cabello negro, rostro ovalado, con un lunar en el rostro como marca distintiva, nariz y boca correcta, mentón redondeado, peso 68 kg; además Giacomo era indigente y católico.
Giacomo había sido reclutado en la Marina, siendo licenciado el 10 de febrero de 1899.

El viaje
La goleta de dos palos Rosalia Emilia Galante, de 20,70 metros de largo con un tonelaje de 50 toneladas, propiedad de Pietro Galante, generalmente transportaba vino de Sicilia a Roma, trayendo carburo de calcio para iluminación de acetileno de Roma a Gallipoli. El buque zarpó el 19 de abril de 1903 con un cargamento de vino procedente de Gallipoli, puerto de la provincia de Lecce, llevando a bordo al comandante Antonio Oliva, de 34 años, también de Castellammare del Golfo, al contramaestre Giuseppe Gioia, tres tripulantes, entre ellos Giuseppe. Oliva, de 17 años, y Giacomo D'Angelo, y un grumete. Entre D'Angelo y el contramaestre, parientes lejanos, había cierto rencor, y este último había sido condenado recientemente por el comandante del puerto de Reggio Calabria a pagar una multa de diez liras por abofetear a Giacomo, que se había ofrecido a pagar la multa solamente para hacer las paces. D'Angelo se había embarcado a bordo del Rosalia desde principios de diciembre de 1902.
El barco atracó el día 27 de abril en Roma, en el puerto fluvial de Ripa Grande, luego el día 28 zarpó de nuevo bajando el Tíber hasta Fiumicino donde atracó el 29 de abril.

El arresto
Giacomo desembarcó y se dirigió de inmediato a Roma, pero al regresar a bordo, el comandante Oliva, que aún lo conocía de niño, le informó de su despido, motivado por sus presuntas frecuentes borracheras, y anunció que había contratado a otro marinero. Cabe señalar que durante el juicio Oliva dijo que cuando D'Angelo no estaba borracho trabajaba bien, y en todo caso bebía de vez en cuando. Tras discusiones violentas con Oliva, aparentemente con más palizas sufridas por Giacomo, el comandante apeló a la autoridad portuaria y D'Angelo fue llevado a la comisaría de Carabinieri de Fiumicino y luego puesto en libertad, sin ningún cargo en su contra.
Durante el día Giacomo regresó al barco y volvió a discutir con el comandante, alegando que por contrato solo podía ser despedido al regresar a Castellammare, nuevamente fue arrestado por los carabinieri, a quienes Oliva lo denunció falsamente como anarquista, pasó la noche en la celda de seguridad, y al día siguiente, 30 de abril, fue trasladado a Roma.
Durante el traslado a Roma, según Il Messaggero del 9 de mayo, D'Angelo, una vez comprendido que iba a prisión, le dijo al brigadier de la policía Ignazio Romenati, que lo escoltaba: "Después de que me golpearon, también me enviaron a la cárcel", explicando haber sido golpeado por "los de allí en Fiumicino".
D'Angelo no tenía antecedentes penales, pero cuando fue presentado a las 11:30 a un comisario en la jefatura de policía, éste lo hizo detener y llevar a la prisión de Regina Cœli por un malentendido sobre su identidad y sus antecedentes penales: en realidad, una persona con su mismo nombre, sin parentesco, siete años más joven, había sido juzgada por robo en 1897.
D'Angelo llegó a Regina Coeli a las 12:20 del 30 de abril, a disposición de la jefatura de policía, y en el registro penitenciario se cuenta una provisión del 3 de mayo para ponerlo a disposición de los Carabinieri para su repatriación a Castellammare del Golfo, y como motivo de la detención se informa "medida". Durante el juicio por su muerte, el jefe de guardia Giovan Battista Arrighini declaró que D'Angelo se encontraba en Regina Coeli "por medidas de seguridad pública".
En los mismos días se llevaron a cabo en Roma las visitas oficiales del emperador Guillermo II de Prusia y del rey Eduardo VII del Reino Unido, así como las celebraciones del Día de los Trabajadores del 1° de mayo, y los tres hechos, como solía suceder en estos casos, generaron arrestos arbitrarios de opositores, vistos como posibles manifestantes y contestatarios.

La muerte
D'Angelo fue detenido en prisión sin ninguna acusación y reaccionó a la injusta detención montando en cólera y rompiendo el cristal de una ventana en una celda común, quizás tratando de llamar la atención. Entonces fue encerrado solo en la celda 29, ubicada debajo de la enfermería. En la noche del 2 al 3 de mayo, un sub jefe guarda, «con la finalidad de evitar que el preso hiciera daño a sí mismo», lo hizo encerrar en una celda especial, la número 119, en el pabellón de los "agitados", donde y le hizo colocar la camisa de fuerza y las cadenas cortas, que le bloquearon los pies. El subsecretario del Interior Ronchetti, respondiendo a una pregunta parlamentaria a la Cámara de Diputados, dijo que : "por causa de su furia, y por sus discursos inconexos, se juzgó ser casi presa del delirio".
Según la reconstrucción del tribunal de Roma, citada por Da Passano : "la camisa la puso el guardia Landi, quien asegura haber bloqueado sus brazos con dos tiras de tela atadas respectivamente a las barras laterales del catre y haber aplicado en los pies del paciente dos botas de cuero hasta las rodillas, también asegurados a las barras del catre con cuerdas. Más adelante el guardia Sopranzi, quien tenía vigilancia directa durante el día sobre el corredor intermedio reemplazó los zapatos de cuero hasta las rodillas por una banda de tela y se aplicó una banda similar en las rodillas y se fijó como las demás a las barras laterales del catre. Durante la investigación también se mencionó la existencia de una banda que habría rodeado el pecho de D'Angelo y cuyos extremos se habrían atado a la barra superior del catre, lo cual fue negado constantemente por los guardias Sopranzi y Orlando, por el doctor Ponzi, y también fue negado en su primera deposición por los presidiarios Albani y Mattei, quienes frecuentaron la celda n. 29 el día 3, la existencia de esa banda fue entonces afirmada por ellos mismos en la continuación de la investigación y en la pública vista".
D'Angelo estuvo así inmovilizado durante más de dos días, durante los cuales fue visitado dos veces por el médico de la prisión Ponzi, quien, de nuevo según la reconstrucción del tribunal de Roma, citada por Da Passano: «encontró la camisa de fuerza correctamente aplicada, escribió su aprobación en el registro destinado a tal efecto por parte del director Kustermann y pidió informaciones sobre el estado del paciente al guardia Sopranzi (…), quien le aseguró que D'Angelo había comido. No dio recetas especiales, pero recomendó vigilancia».
En su última noche, entre el 4 y el 5 de mayo, D'Angelo gritó durante horas, entre otras cosas le gritó que lo dejaran volver a bordo, y según el presidiario Mattei también gritaba : "No me maten, me dejen ir"
(Il Messaggero, 13 noviembre 1903). Giacomo trató de forcejear, tanto que incluso levantó el catre pegado a la pared, pero entonces los gritos se desvanecieron y cesaron completamente. A las 6:30 del 5 de mayo, el guardia Sopranzi y el recluso Albani entraron a la celda para la limpieza matutina, y encontraron a D'Angelo agonizante, a las 7:15; Se llamó al Dr. Persichetti, pero a pesar del socorro, el marinero murió a las 7:30 en la enfermería de la prisión.
Giacomo fue enterrado el 6 de mayo en el cementerio de Roma de Campo Verano en el pabellón nuevo al final del cementerio, sección 13, fila 17, par 8, pero luego fue trasladado al osario comunal.

La camisa de fuerza
En 1894 un cronista describió la camisa de fuerza aplicada permanentemente en las cárceles francesas a Sante Caserio, el anarquista milanés que mató al presidente de la república francesa Marie François Sadi Carnot, antes de ser guillotinado: “un ancho cinturón de cuero le aprieta la cintura, y desde la mitad del cinturón comienza la correa superior, una especie de lazo, que obliga a la cabeza a inclinarse hacia adelante. En las dos caderas sobresalen del cinturón dos brazaletes muy cortos, que fuerzan las manos contra los muslos. Finalmente, la correa del hombro superior se prolonga mediante una correa que llega al empeine
(Ansaldo).

El asesinato sale a la luz
Durante cuatro días no se dio a conocer la noticia de la muerte de D'Angelo, pero el 9 de mayo «Il Messaggero» y el 10 mayo «Il Giornale d’Italia» y «Avanti!» publicaron artículos muy duros, en los que informaron de la muerte, denunciando las responsabilidades de los carceleros. En particular, el diario socialista tituló desde el principio: "¿Un nuevo caso Frezzi? El prisionero estrangulado en Regina Cœli", refiriéndose al caso de Romeo Frezzi, el carpintero socialista de Jesi que fue asesinado el 2 de mayo de 1897 en la prisión de San Michele a Ripa en Roma (véase mi página sobre él). El diario socialista publicó unas duras viñetas por Gabriele Galantara sobre el asesinato (el 12 mayo, el 13 mayo y el 18 mayo, firmadas con el anagrama "Rata Langa") y agredió duramente al ministro del Interior, Giovanni Giolitti, tanto por la vieja cuestión de las detenciones arbitrarias, tanto por los actos de violencia contra los presos como, en particular, por el uso de la camisa de fuerza. Una fuerte crítica se refirió a los intentos de encubrir las investigaciones para cubrir las responsabilidades directas en el episodio.

La familia
El padre de Giacomo, Epifanio, de cincuenta y siete años, estaba a bordo en el momento de la muerte de su hijo, con destino a Cagliari para llevar una carga de vino, mientras que su madre Antonina, que el 28 de abril había acompañado a Giacomo a embarcar en Ripa Grande, el 1° de mayo se había topado accidentalmente con el Capitán Oliva en Ripa Grande. Preguntado por noticias de su hijo, Oliva había respondido con altivez: "Quería a toda costa quedarse a la fuerza en mi barco, así que lo hice arrestar". Después de días de búsqueda en las comisarías y en la jefatura de policía la mujer había recibido noticias de que su hijo estaba en Regina Coeli. Antonina esperó en ese penal desde las 8:00 de la mañana del 5 de mayo (una media hora después de la muerte de su hijo), hasta las 4:00 de la tarde, para ser recibida por alguien, hasta que le dijeron que Giacomo estaba gravemente enfermo, debido a un hemorragia cerebral y que por tanto no podía visitarlo. Finalmente le dijeron que su hijo se había muerto, y al enterarse de la noticia Antonina tuvo una crisis nerviosa, tal que parecía que había perdido la razón
(Il Messaggero, 10 y 11 mayo 1903).
El fiscal Agostino Squarcetti también interrogó a Antonina, para pedirle informaciones detalladas sobre la salud de su hijo. Durante el interrogatorio, la ropa de Giacomo, las sábanas de su cama y la camisa de fuerza yacían sobre una mesa. Al principio Antonina no identificó esta última prenda, pero una vez comprendió lo que era, gracias a su hijo Leonardo, expresó todo su disgusto y horror, mientras se agarraba al pecho y besaba la ropa personal de Giacomo
(Il Giornale d'Italia, 11 mayo 1903).
Los padres de Giacomo participaron en el juicio, donde fueron interrogados como testigos, los hermanos y hermanas del marinero también estaban presentes en la sala del tribunal.

Las primeras investigaciones
Los médicos de la prisión presentaron una denuncia por esta muerte súbita sin justificación aparente. La Fiscalía del Rey abrió una investigación, encomendada al fiscal Agostino Squarcetti, quien realizó una inspección al cuerpo y ordenó su traslado a la morgue del cementerio de Campo Verano, en Roma, donde los doctores Amante e Impallomeni realizaron la autopsia, constatando la muerte por asfixia, y señalando que D'Angelo tenía una constitución sana y muy robusta y que « el fallecido no había comido nada desde hacía varios días ». El cadáver presentaba una larga equimosis en la parte anterior del cuello, indicio de asfixia por estrangulamiento, y otras equimosis en brazos y piernas y en varias partes del cuerpo, no como causa de muerte, sino como signo de golpizas sufridas anteriormente.
El 16 de mayo, el fiscal Squarcetti, junto con los cinco peritos médicos y el actuario, ordenó la exhumación del cadáver del entierro, para llevarlo a la sala de disecciones. donde permanecieron hasta la tarde
(Il Giornale d'Italia, 17 mayo 1903).
El médico de la prisión, Pietro Ponzi, en una entrevista con «Il Messaggero», dijo que no creía en la muerte de inanición, sino planteó la hipótesis de una muerte «por congestión cerebral» a causa de una paliza en el barco
(Il Messaggero, 11 mayo 1903). («Avanti!» comentó con sarcasmo: « ¡El aneurisma de Frezzi! », aludiendo a la primera de las falsas justificaciones dadas por la jefatura de policía para el asesinato en prisión de Romeo Frezzi).
El Dr. Ponzi se lavó la mano explicando que había dado instrucciones sobre la nutrición y vigilancia de D'Angelo, pero que no podía estar seguro de que sus órdenes se hubieran cumplido, y en todo caso admitió el uso frecuente de la camisa de fuerza, que desde septiembre al principio de mayo se había utilizado doscientas veces.
El fiscal Squarcetti, junto con el actuario Lucchesi y los peritos Amante e Impallomeni se dirigieron a la prisión de Regina Coeli, donde hicieron poner al recluso Ettore Albani una camisa de fuerza. Albani era similar en constitución a D'Angelo, e dijo que podía realizar movimientos laterales y doblar su cuerpo, pero al hacerlo, el borde del cuello del chaleco se elevaba hasta el cuello, apretándolo y arriesgándo estrangularlo. Albani declaró una sensación de malestar, un peso en el abdomen de las extremidades superiores y una sensación de calor y presión en el cuerpo, y en particular en el cuello, tolerable por poco tiempo, pero quizás no por mucho tiempo
(Il Giornale d'Italia, 13 mayo 1903, 11 noviembre 1903).
El médico de la prisión Dr. Ponzi fue interrogado en varias ocasiones tanto por el fiscal Squarcetti como por el cavalier Cardosa, y en el informe remitido a la autoridad judicial declaró que la muerte de D'Angelo se debió al rozamiento producido por las tiras de la camisa de fuerza
(Il Giornale d'Italia, 11 mayo 1903).

El mafioso molestado
Según «Il Messaggero», tras la primera noche de detención de Giacomo D'Angelo, su vecino de celda, el ex diputado Raffaele Palizzolo, uno de los primeros parlamentarios condenados por mafia (pero luego absuelto en Corte de casación), y en particular, como instigador del asesinato del marqués Emanuele Notarbartolo di San Giovanni, se había quejado al guardia Stanislao Davidde de que no había podido descansar debido a los lamentos de D'Angelo. El guardia habría respondido con un guiño: "Tiene usted razón, señoría; pero la culpa la tiene ese capullo de mi colega que de vez en cuando se deja persuadir para que le dé agua. Con la garganta húmeda, claro que grita. Pero yo no soy tan capullo, a partir de hoy no le daré de beber más y esta noche, con la garganta seca, ni lo sueñes de gritar. No se preocupe, señoría, usted va dormir tranquilo"
(Da Passano).
El diputado Palizzolo fue citado como testigo de descargo por la defensa de Davidde, pero hizo saber que no podía ir a Roma
(Il Messaggero, 10 noviembre 1903), siendo juzgado en Florencia al mismo tiempo que el juicio D'Angelo. En su testimonio, recogido mediante comisión rogatoria el 20 de noviembre, Palazzolo confirmó sustancialmente los hechos (Il Giornale d'Italia, 21 noviembre 1903).
Parece que en la última noche de D'Angelo un guardia, molesto por los gritos del marinero «que hacía tres días que no comía», apretó aún más las correas de su camisa de fuerza y luego se durmió; Según «Il Messaggero» del 15 y 16 de mayo, el mismo guardia también le puso un trapo húmedo en la boca para evitar que gritara.
Según «Il Giornale d'Italia», uno de los guardianes le habría puesto una mordaza a D'Angelo para evitar que gritara, pero como Giacomo seguía echando sonidos, le metieron la mordaza en la boca, asfixiándolo
(Il Giornale d'Italia, 14 mayo 1903). El mismo diario, al día siguiente, así describió la mordaza: "Este horrible instrumento de tortura se aplica en la boca de los presos, cuando aparecen agitados y emiten continuos gritos; está hecho por una gran banda de tela grisácea en los extremos de la cual se colocan dos cordones. En el centro de la banda, es decir, en el punto que está en contacto con la boca, hay una especie de tapón de tela, que entra en la boca y sofoca cualquier grito. La banda además tiene una abertura para la nariz y otro cordón perpendicular que se tira de la frente y se ata al cuello del prisionero con los otros dos cordones " (Il Giornale d'Italia, 15 mayo 1903).

Las investigaciones administrativas
Además de la investigación abierta por el fiscal, también se abrieron dos investigaciones administrativas, una ordenada por el ministro del Interior, Giovanni Giolitti y asignada al Cavalier Alessandro Cardosa, director del departamento de administración penitenciaria y ex director de las Prisiones de Carceri Nuove en Roma, que dio lugar a la detención por motivos disciplinarios de tres guardias penitenciarios y tres subjefes de Regina Coeli. La otra investigación fue ordenada por la dirección general de prisiones.
El contable Attilio Mazzotti y el tenedor de libros Alfredo Cardoni, encargados del turno de vigilancia en los dos últimos días de vida de D'Angelo, fueron trasladados respectivamente a las cárceles de Alghero y Paliano
(Il Giornale d'Italia, 15 mayo 1903). El director de Regina Cœli, Enrico Kustermann, que ocupaba el cargo desde cuatro años después de haber estado en Volterra y Civitavecchia, fue trasladado a Catania, lo que generó protestas de la prensa siciliana, que consideró indignante que Sicilia fuera el destino de un traslado disciplinario. Los socialistas también protestaron, recordando el trato humano practicado por Kustermann en la prisión de Volterra a Giuseppe de Felice Giuffrida líder del motín de los Fasci siciliani (Avanti!, 12 mayo 1903), y consideraron su presencia indispensable para las investigaciones. Il Messaggero definió a Kustermann como : «honesto, bueno, pero débil, que hizo el gravísimo error de dejarse arrastrar por el entorno y permitir, tolerando que la disciplina carcelaria, ya muy rígida en sí misma, se hiciera más cruel y se dejara en manos de sub-jefes y guardianes, de incrementar caprichosamente su dureza; mientras que, por otro lado, la disciplina se relajó en relación a los sub-jefes y a los guardianes que solían salir a pasear, o dormir, en las horas en las que tenían que estar en guardia y vigilar, especialmente en los llamados "agitados", muchos de los cuales no se agitaban de ninguna manera". (Il Messaggero, 14 mayo 1903).
Kustermann fue sustituido temporalmente por el cavalier Vitolo, procedente de la cárcel de Gaeta, y anteriormente subdirector de la cárcel de Regina Coeli,
(Il Giornale d'Italia, 12 mayo 1903), y pocos días después por el cavalier Giuseppe Auger, anteriormente en Luca y luego en Oneglia (Il Giornale d'Italia, 16 mayo 1903).
Avanti! publicó en primera página una entrevista de Italo Carlo Falbo a Enrico Morselli, en la que «el distinguido psiquiatra y alienista», sin pronunciarse sobre el episodio concreto y admitiendo el uso de la camisa de fuerza (pero sólo «en casos extremos», bajo responsabilidad total del médico y si se aplica de manera oportuna y adecuada), afirma que «uno puede ser con razón, riguroso, sin convertirse en verdadero torturador».

Las protestas
Desde el principio tanto Avanti! como Il Messaggero definieron el asunto como el nuevo caso Frezzi y sobre Avanti! el 15 de mayo apareció un comentario sobre la lucha de los búlgaros por su liberación de la dominación turca, en el que se comparaba a los torturadores turcos con los de Regina Coeli.
Se creó una comisión contra las detenciones arbitrarias
(Il Messaggero, 14 mayo 1903), y la sección de Roma del Partido Republicano convocó una gran manifestación popular, como ya había sucedido en el caso Frezzi, que tuvo lugar el 21 de mayo, con una concentración a las 15:30 en Campo dei Fiori «contra las incalificables infamias que se consumen con impunidad en el silencio impenetrable de nuestras cárceles», con la intención de no querer «restringir la protesta a los 4 o 5 torturadores que asesinaron a Giacomo D'Angelo sino ampliarla a la barbarie de los sistemas».
El cartel de la manifestación decía: "Ciudadanos, otra muerte misteriosa ha venido a arrojar una luz siniestra en la oscuridad lúgubre y silenciosa de nuestro entorno carcelario: es un síntoma pavoroso, una revelación repentina de una serie oculta y densa de dolores y lágrimas.
Se cortó una existencia joven e inocente, un hombre se apagó, porque el aislamiento silencioso de la celda y el pensamiento torturador de una detención injustificada habían agitado su pobre cerebro. La angustia moral se calmó y se venció con una camisa de fuerza y una mordaza.
Demuestren que el corazón de Roma tiene latidos de piedad y simpatía por quien sufrió dolores y tormentos durante tres días, como los que mataron a Giacomo D'Angelo. Demuestren que la vida humana es sagrada para ustedes, y debe ser protegida no sólo de las raras y nocturnas agresiones de los gamberros, sino también de los artículos reglamentarios más adecuados para gobernar las casas de fieras que para disciplinar a multitudes de hombres. Demuestren cómo esa libertad personal es patrimonio común de todos los ciudadanos, y no sufre restricciones en detrimento de aquellos que están encendos por ideales políticos heterodoxos"
A la manifestación adhirió la Cámara de Trabajo y decenas de ligas obreras, la Unión Democrática, radicales, socialistas, republicanos y anarquistas.
En la plaza se vendía una biografía con un retrato de Giacomo D'Angelo, floristas ambulantes vendían ramos de claveles rojos y se distribuían octavillas de diversas organizaciones. La manifestación transcurrió sin banderas y sin música, en silencio, solo con coronas de flores frescas de los distintos movimientos, y de sus articulaciones locales, entre ellas una de tres metros de altura, de la Unión Socialista Romana, salpicada de flores rojas. Los socialistas llevaban un clavel rojo en el ojal. Participaron 50.000 personas según «Avanti!», 15-16.000 según «Il Messaggero», entre ellos el padre de Giacomo, Epifanio, su hermano Salvatore y varios parlamentarios.
El desfile, controlado por casi 2.700 carabineros y policías, llegó a la piazza Guglielmo Pepe, donde Libero Merlino habló por los anarquistas, y otros oradores fueron el diputado republicano Italo Pozzato, el abogado Ernesto Orrei para los radicales, Enrico Ferri para los socialistas y el anarquista Pietro Calcagno «repetidamente enterrado arbitrariamente en Regina Cœli». El cortejo se concluyó en el cementerio del Verano «para depositar flores en la tumba de Giacomo D'Angelo».
También se celebró en Castellammare del Golfo una conmemoración de D'Angelo, organizada por los socialistas, con el abogado Gaspare Nicotri. Otras protestas «contra el sistema penitenciario y contra el asesinato del marinero D'Angelo» fueron organizadas por las ramas locales del Partido Socialista, desde Galluzzo (aldea de Florencia) a Bolonia, de Roma a Tivoli, de Livorno a Certaldo, de Florencia a Génova, de Nápoles a San Remo, a Vittoria.
Al tratar la historia de Giacomo D'Angelo, Avanti! del 16 de mayo sacó a la luz otras muertes en prisión, la ocurrida en la segunda quincena de abril en la prisión de Abbadia en Sulmona, Abruzzo, del recluso Giovanni Disancarlo, también asesinado por la camisa de fuerza, y la ocurrida en Ancona en a principios de agosto de 1901, en la prisión de Santa Palazia, del mozo de cuerda Ezio Pierani.

El Parlamento
El debate parlamentario comenzó pocos días después de la divulgación de la noticia de la muerte de D'Angelo. En la sesión del 16 de mayo, el subsecretario de Interior Scipione Ronchetti (no compareció el ministro Giolitti) respondió a la investigación de los parlamentarios socialistas Filippo Turati y Leonida Bissolati. Turati respondió acusando abiertamente a los responsables de la prisión de secuestro, ya que D'Angelo estaba detenido sin ser acusado de ningún delito, y de violencia contra los presos. Siguió la investigación parlamentaria de los diputados republicanos Salvatore Barzilai y Ettore Socci, presentada por el diputado Socci como Barzilai mientras tanto se había convertido en abogado de la parte civil de la familia D'Angelo, y las del conservador Felice Santini, y del socialista Alfredo Bertesi, sobre la muerte de Giacomo D'Angelo. El gobierno se negó a iniciar una investigación parlamentaria sobre las cárceles, solicitada por varios diputados, especialmente socialistas, y no consideró urgente abolir el uso de la camisa de fuerza en las cárceles.
Otra vez Turati comentó el 18 de marzo de 1904 en la Cámara de Diputados: "de vez en cuando, algún caso sangriento, el episodio de un Frezzi, o un D'Angelo, abre una brecha, proyecta un rayo siniestro en la oscuridad del asunto de los muertos en nuestro País. Entonces la opinión pública se eleva un momento, algunos parlamentarios hacen investigaciones, el Ministro del Interior responde que va proveer, y las tumbas se vuelven a sellar herméticamente hasta que alguna nueva tragedia las desbloquee".

El juicio
El 7 de noviembre, ante la sección sexta del Tribunal de Roma en la Audiencia Nacional, en el oratorio dei Filippini, en la Piazza della Chiesa Nuova, se inició el juicio contra el doctor Pietro Ponzi, el ex director Enrico Kustermann, el jefe de guardia Giovan Battista Arrighini, los subjefes Ettore Mazzocca y Pietro Angelelli, y los guardias Marsilio Cervellini, Stanislao Davidde, Zeffirino Sopranzi, Emanuele Morales y Leonardo Orlando, acusados de homicidio culposo.
El presidente era Giuseppe Bianchi, los jueces fueron Bonello y Formica, el juez suplente el abogado Ciavola, el fiscal Francesco Puija, el actuario Marcello Ferrari. El doctor Ponzi, durante su interrogatorio, dijo que había encontrado a D'Angelo "en condiciones normales, como los demás presidiarios a los que se aplicó la camisa de fuerza", agregó que lo había visitado dos veces, el 3 y 4 de mayo, y que no había detectado signos de enfermedad
(Il Messaggero, 10 noviembre 1903).
El ex director Kustermann, el Dr. Ponzi y varios guardias explicaron que solo a los presos a los que se les había impuesto la camisa de fuerza como castigo se les desataba para las comidas y las necesidades, mientras que los que estaban atados como "agitados", como D'Angelo, nunca se les desataba. D'Angelo tuvo que llevar un chaleco con los brazos cruzados sobre el abdomen, asegurados lateralmente con correas a las barras del catre para evitar que se moviera. La camisa de fuerza aplicada a los castigados tenía hebillas en la espalda y les permitía ponerse de pie
(Da Passano).
El fiscal Puija en su acusación pidió la absolución por no haber cometido el delito para Kustermann, Arrighini, Angelelli, Morales, Marzocca y Orlando, absolución por delito no comprobado para Davidde, un año de detención y mil liras de multa para el Dr. Ponzi y el guardia Sopranzi, ya que la muerte de D'Angelo se debía a la aplicación de la camisa de fuerza, a la falta de atención médica y a la falta de asistencia
(Da Passano).
El 1 de diciembre el tribunal dictó sentencia absolviendo a los imputados «por la inexistencia del delito que se les imputa»: según el tribunal, la misma peritación judicial, caracterizada por dudas e incertidumbres, sostuvo que D'Angelo debía haber sido sufriendo un delirio agudo, «una psicopatía cerebral (...) determinada sobre un fondo de debilidad nerviosa, presuntamente congénita, y aún más susceptible por la acción del alcohol, por los engorros sufridos recientemente por D'Angelo». La causa inmediata de la muerte debe identificarse en el «colapso como resultado natural y normal del delirio agudo», «en un evento por lo tanto natural», mientras que las otras presuntas causas concurrentes no intencionales (camisa de fuerza, ayuno, condiciones higiénicas, falta de asistencia) podrían sin embargo haber causado un daño y por lo tanto serían sancionados por daño personal involuntario, pero el examen de las responsabilidades individuales específicas de los acusados lleva a excluir también esta hipótesis
(Da Passano).
El diario socialista Avanti! en la época del processo del juicio prácticamente dejó de cubrir el caso D'Angelo, limitándose a publicar unas líneas de actualización diaria, junto con otras crónicas judiciales, bajo el epígrafe: "Entre los mecanismos de ... la justicia"
(Da Passano).
La «Rivista di discipline carcerarie» ("Revista de disciplinas carcelarias" ), emanación directa de Alessandro Doria, el todopoderoso director general de prisiones y mano derecha de Giolitti, publicó el texto de la sentencia absolutoria, comentando con gran satisfacción lo que juzgó una victoria para el personal penitenciario, injustamente acusado, que sin embargo nunca en el pasado había cometido el delito de homicidio (sic), ni siquiera culposo, ya que "falta en el propio personal también la capacidad para cometer un delito"
(Da Passano).
En cambio la «Rivista penale» ("Revista penal") comentó con amargura que el caso D'Angelo se había terminado en nada como el caso Frezzi, con la única diferencia de que había llegado al juicio en lugar de concluirlo en la investigación preliminar, y que el único culpable fue la « medievalidad de las reglas »
(Da Passano).
Il Messaggero del 3 de diciembre comentó que para los jueces fue el destino que D'Angelo muriera y así sucedió, por lo que fue posible pasar por alto todas las pruebas y testimonios y el vuelco de las opiniones de los peritos. El diario informa que el padre de Giacomo, habiendo escuchado la sentencia, se llevó las manos a la cara exclamando : "¡Pobre hijo mío!". El viejo marinero sólo podía ahora "esconder su insoportable dolor entre las olas del Océano, en vez de que comparecer ante los jueces para pedir venganza por la muerte de su hijo".
El Real Decreto núm. 484 del 14 de noviembre de 1903 abolió la camisa de fuerza y otros medios de restricción excepto el cinturón de seguridad, que sin embargo continuó usándose, a veces con otros nombres.

Similitudes
Giacomo D'Angelo murió mientras estaba bajo la custodia de la policía, como le había sucedido en 1895 al obrero anarquista Costantino Quaglieri (véase mi página sobre él), en 1897 al carpintero socialista Romeo Frezzi (véase mi página sobre él), en 1901 al tejedor anarquista regicida Gaetano Bresci (véase mi página sobre él), y como sucederá en 1930 al joven comunista calabrés Rocco Pugliese (véase mi página sobre él), y al ferroviario anarquista Giuseppe Pinelli, arrojado desde un ventana de la jefatura de policía de Milán el 16 de diciembre de 1969.

Memoria
Giacomo D'Angelo no era un militante político, por lo que ningún grupo político o sede de un partido fue dedicada a él.
En 2005, el profesor Mario Da Passano (1946-2005), decano de la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad de Sassari, publicó «Il Delitto di Regina Cœli», reeditado en mayo de 2012 por Il Maestrale.

BIBLIOGRAFÍA :
ANSALDO Giovanni (2010) Gli anarchici della Belle Époque. Le Lettere, Firenze. pág. 49
AdS - Archivio di Stato di Roma - succursale di via Galla Placidia - Fondo "Carceri giudiziarie di Roma (1870-1920)".
BADON Cristina (2018) Gli anarchici romani nella crisi di fine XIX secolo: una storia da riscoprire. Storia e Futuro, Numero 48, diciembre 2018.
enlace
CAMERA DEI DEPUTATI (1903) Atti Parlamentari - Legislatura XXI — 2a Sessione — Discussioni — CXCVI sesión del 16 mayo 1903
CAMERA DEI DEPUTATI (1904) Atti Parlamentari - Legislatura XXI — 2a Sessione — Discussioni — CCCXI -2a sesión de viernes 18 marzo 1904, pág. 11821,
DA PASSANO Mario (2005) Il «delitto di Regina Cœli». Diritto e Storia, n.4 - In memoriam - Da Passano
enlace
GIBSON Mary (2019) Italian Prisons in the Age of Positivism, 1861-1914. Bloomsbury Publishing PLC
REGISTRO ITALIANO per la classificazione dei bastimenti - Libro Registro 1902. Stabilimento Tipografico e Litografico di Pietro Pellas fu L. - Génova, 1° enero 1902.
TURATI Filippo (1904) I cimiteri dei vivi (Per la riforma carceraria), 6. – Una morte senza responsabili. Roma.

Sites web consultados:
Senado de la República Italiana - Biblioteca digitalizaDa - Avanti! - enlace
Colección digital de periódicos de la Biblioteca Nacional Central de Roma (Il Messaggero, Il Giornale d'Italia) - enlace
Colección digital de periódicos de la Biblioteca de la Pontificia Universidad Gregoriana (L'Osservatore Romano) no más alcanzable

Comunicaciones personales:
AMA - cimiteri capitolini

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